Para explicar la construcción de la propia identidad a veces se usa la imagen del rompecabezas que, piensa Zygmunt Bauman, no es muy esclarecedora. «Sí, uno necesita recomponer la identidad personal (¿las identidades?) igual que se compone un dibujo a partir de las piezas de un rompecabezas. Pero sólo se puede comparar la biografía con un rompecabezas defectuoso, del que se han perdido bastantes piezas (y uno nunca sabe cuántas exactamente). Un rompecabezas que se compra en una tienda está todo en una caja, con la imagen final ya claramente impresa en su tapa, y con la garantía de que nos devolverán el dinero si todas las piezas que se requieren para reproducir exactamente la imagen no están dentro y de que no se puede improvisar ninguna otra imagen usando esas piezas. Así que uno puede consultar la imagen de la tapa después de cada paso para asegurarse de se va por buen camino (el único correcto) al destino conocido de antemano y para comprobar cuánto trabajo falta para llegar a él». Pero «no hay consuelos así a disposición de uno cuando se elabora lo que será la propia identidad. (…) En el caso de la identidad (…) no se comienza por la imagen final sino por un número de piezas que ya se han obtenido o que merece la pena tener, y luego se intenta averiguar cómo se pueden ordenar o reordenar para conseguir algunos (¿cuántos?) dibujos satisfactorios. (…) El trabajo de un constructor de identidad es, como diría Claude Lévi-Strauss, hacer bricolage inventando todo tipo de cosas a partir del material que se tiene a mano». Ahora bien, «no siempre fue así…»
Zygmunt Bauman. Identidad: conversaciones con Benedetto Vecchi (Identity: Conversations with Benedetto Vecchi, 2004). Madrid: Losada, 2005; 214 pp.; col. Filosofía; trad. de Daniel Sarasola; ISBN: 84-96375-20-X.