El selfie del mundo (y 3)

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El selfie del mundo (y 3)

Según cuenta Marco D’Erano en El selfie del mundo un término importante para el turista común y para la Unesco es el de autenticidad, una palabra que «mide el grado con el que algo es más o menos lo que debería ser». Para el turista, la autenticidad resulta visible únicamente si «se pone en escena», pero no es difícil que se sienta decepcionado: hay turistas que se quejan de que su visita a los campos de concentración nazis o a unas ruinas romanas no era lo que esperaban…

Las ciudades preparan los centros urbanos y los barrios antiguos para el consumo cultural. Los pasajes peatonales se pavimentan y embaldosan al modo antiguo. Las calles y barrios se componen como telones teatrales con todos los estereotipos del ocio urbano: cafés al aire libre, puestos de artesanía, galerías de arte, «mercados típicos» como espectáculos… Un ejemplo es el de la reconstrucción de la ciudad china de Lijiang, «la apoteosis de lo inauténtico»: incluso las guías turísticas indican que, con la reconstrucción, «la ciudad vieja crece cada año que pasa».

Se busca que cada ciudad «actúe» de sí misma: Roma debe poner en escena la «romanidad», París debe corresponder a la idea que un americano se hace de París. el Trastévere es la caricatura del «romanaccio»… Se multiplican las «invenciones de la tradición» —por ejemplo, las vestimentas medievales y renacentistas del Palio de Siena se introdujeron en 1904, mientras que no fue hasta 1919 cuando se introdujo la exhibición de la victoria— Y, aunque al principio la tradición inventada es pensada como una superchería, luego adquiere su verdad, su realidad, al igual que el kilt ya es, a estas alturas, realmente la señal de la «escocesidad».

Se puede añadir que con facilidad el turismo practica una «creación destructiva», porque pese a producir crecimiento económico y desarrollo, destruye las bases en las que se basó ese crecimiento: basta pensar en las poblaciones costeras que actualmente son una colección de inmensos edificios a la orilla del mar. Además, el turismo anula la urbanidad y funciona como una muralla invisible entre el grupo de los residentes temporales («visitantes») y los permanentes («autóctonos»).

Marco D’Eramo. El selfie del mundo (Il selfie del mondo, 2017). Barcelona: Anagrama, 2020; 336 pp.; trad. de Xavier González Rovira; ISBN: ‎ 978-8433964632. [Vista del libro en amazon.es]

 

13 noviembre, 2025
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