En nuestra sociedad, dice Marshall McLuhan, «una de las peculiaridades del arte es servir como un antiambiente, como un ensayo o prueba que hace visible el ambiente». En cambio, en otras culturas, el planteamiento es distinto. «Los balineses, que carecen de una palabra para denominar el arte, dicen: “lo hacemos todo lo mejor posible”. Esta no es una observación irónica, sino factual. En una sociedad preletrada, el arte sirve como un medio para fusionar al individuo y al ambiente, y no como un mecanismo que sirve para entrenar la percepción del ambiente». Esto también quiere decir que colocar los artefactos de una «cultura en un museo o antiambiente, es un acto de nulificación más que de revelación». Y quiere decir también que «el uso de algunos objetos del ambiente de nuestra vida diaria, como si fueran un antiambiente», al modo propio del arte pop, no sirve «para entrenar la percepción o la consciencia, sino para insistir en que nos fusionemos con ella, como el hombre primitivo lo hace con su ambiente».
Marshall McLuhan. Escritos esenciales (Essential McLuhan, 1995). Compiladores: Eric McLuhan y Frank Zingrone. Barcelona: Paidós Ibérica, 1998; 492 pp.; col. Paidós comunicación; trad. de Jorge Basaldúa y Elvira Macías; ISBN: 84-493-0532-2.