En Los cañones de agosto se cuenta que, cuando Alemania envió un ultimátum a Bélgica para que aceptasen sin lucha la ocupación de su país, uno de los presentes en la reunión ministerial, resumiendo los sentimientos de todos, dijo: «Si hemos de ser aniquilados, que sea con gloria». Y la autora continúa: «En 1914 la palabra “gloria” se pronunciaba sin inhibiciones de ninguna clase, y el honor era un concepto familiar en el que la gente creía».
En Cinco días en Londres, mayo de 1940, se indica cómo, en la reunión decisiva del Gabinete inglés, el 28 de mayo, uno de los presentes recuerda que Churchill dijo: «si al fin nuestra larga historia está condenada a terminar, es mejor que termine no con una rendición, sino con nuestra muerte en el campo de batalla». Y un telegrama de Churchill ese mismo día decía: «Nuestra única esperanza es la victoria e Inglaterra nunca depondrá las armas hasta que Hitler sea vencido o nosotros dejemos de ser un Estado».