Madrid: Alfaguara, 2009; 460 pp.; trad. de Mercedes Núñez; ISBN: 978-84-204-6909-6.
Conor Broekhart nació en la Exposición Universal de París de 1878 cuando sus padres estaban volando en globo y, tal vez por eso, desarrolló desde muy pequeño una gran afición a investigar nuevos artilugios para poder volar. Su padre, el capitán Declan Broekhart, era el hombre de confianza del rey Nicholas, de las islas Saltee, un reino independiente al lado de Irlanda, muy rico debido a sus minas de diamantes. Con sólo diez años, Conor salva de morir a la princesa Isabella, convirtiendo una bandera en una especie de cometa y saltando juntos desde lo alto de una torre poco antes de que explote. Cuando Conor tiene catorce años, y su preparación ya es magnífica gracias a su sabio tutor Victor Vigny, el malvado mariscal Bonvilain urde una conspiración: mata al rey Nicolas y a Vigny, hace desaparecer a Conor en las mazmorras haciendo creer a sus padres que ha muerto, y se queda como regente al cuidado de Isabella. Conor pasará dos años en prisión maquinando cómo huir… por los aires.