NESQUENS, Daniel

NESQUENS, DanielAutores
 

Firma del escritor español Daniel Martos Sánchez. 1966-. Nació en Zaragoza. Autor de libros de relatos cortos y de muchos relatos infantiles.


Diecisiete cuentos y dos pingüinos
Madrid: Anaya, 2004, 4ª impr.; 96 pp.; col. Sopa de libros; ilust. de Emilio URBERUAGA; ISBN: 84-207-0017-7.

Dieciocho relatos humorísticos. Uno sobre dos pingüinos que se ponen nombre, otro sobre si los coches tienen rabo, otro sobre una plaza de toros que se inunda, otro sobre cómo hace la ensaladilla rusa la madre del narrador, otro sobre un niño que se imagina que su vecino es un agente secreto…


Mi vecino de abajo
Madrid: SM, 2011; 138 pp.; col. El Barco de vapor; ilust. de Fran Collado; ISBN: 978-84-675-4791-7. Nueva edición en 2016; ISBN: 978-8467585438. [Vista del libro en amazon.es]

Un chico habla de un antiguo y misterioso vecino llamado S. Peltoonen, finlandés. Cuenta sus curiosas costumbres y cómo, a pesar de hablar con él sólo dos veces, averiguó cuál había sido su vida y se hizo un poco amigo suyo, hasta que, un día, se volvió a su país.



Las narraciones del primer libro son como pequeñas historias surrealistas donde las situaciones se dislocan, otras son una especie de bromas cercanas. El autor arranca la sonrisa con expresiones directas: «Mi madre tiene la rara habilidad de poner la judía verde al lado del pimiento rojo. Ves el pimiento y dices mira la judía verde». Y tiene facilidad para las imágenes certeras, como la de una «mañana de nubes en peregrinación», y las comparaciones felices, como la de la señora «con una sonrisa tan inclinada como la Torre de Pisa». Hasta (casi) cien bichos son relatos con el mismo tipo de humor, de nonsense surrealista, pero más cortos, que componen un divertido bestiario. En ambos casos, con distintos estilos, las ilustraciones añaden más sabor a las historias.

Mi vecino de abajo es un libro con un aspecto que podría ser el de un álbum ilustrado: parece un cuaderno moleskine, tiene un sugerente troquelado con forma de cerradura en la portada, y el diseño interior de cada doble página integra los párrafos de texto en la composición de las imágenes. Las perspectivas forzadas y los dibujos caricaturescos que usa el ilustrador van bien con el tipo de narración: divertida —era un perro con «cuatro patas y un rabo, como el gato de mi vecina»— y que, como es habitual en el autor, añade incisos graciosos que nada tienen que ver con el hilo argumental —cuando al narrador se le cae una gota de agua en la baldosa simplemente añade: «la extendí con el dedo gordo»—. Desde un punto de vista constructivo tiene interés ver cómo el autor logra sostener la atención del lector con una intriga leve pero suficiente, y cómo consigue poner un pie un personaje a base de las cosas externas que se ven, y de la imaginación y de los pocos datos que puede recoger un niño. Para un lector joven también es destacable lo que tiene el libro de incitación amable a conocer mejor a gente de lugares distintos. Eso sí, un narrador tan joven seguramente no diría, cuando hace suposiciones, que su vecino a lo mejor era «el espía que surgió del frío».

Otros relatos: El barquito de papel, álbum ilustrado por Leticia Ruifernández; Un perro, ABeCeCirco, álbumes ilustrados por Alberto Gamón.


29 junio, 2011
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