MANZI, Alberto

MANZI, AlbertoAutores
 

Escritor italiano. 1924-1997. Nació en Roma. Pedagogo, profesor, periodista, presentador de programas culturales en televisión. Falleció en Pitigliano.


Orzowei
Barcelona: Noguer, 1991, 12ª ed.; 197 pp.; col. Cuatro Vientos; ilust. de Maria Luisa Gioia; trad. de Adriana Matons de Malagrida; ISBN: 84-279-3107-7. Otra edición en Barcelona: Noguer, 2009; 253 pp.; col. Noguer juvenil; ISBN: 978-84-279-0082-0. Nueva edición en Madrid: Maeva, 2017; 256 pp.; col. Maeva Young; trad. de Nuria Martínez Deaño; prólogo de Care Santos; ISBN: 978-8416690848. [Vista del libro en amazon.es]

África. Mohammed Isa, el «Orzowei» (abandonado), es un chico blanco que crece dentro de una tribu bantú: los Swazi. «Cuando un muchacho era ya lo bastante mayor para ser admitido entre los guerreros, le cogían, le desnudaban, le teñían y le dejaban en libertad en la selva. Cualquiera que le descubriera podía cazarlo y matarlo. Nadie le podía ayudar, pues el castigo era la muerte. Tenía que vivir solo hasta que el tiempo hubiese borrado la pintura blanca; si lograba volver le nombrarían guerrero. Si no volvía, el poblado sabía que había perdido a un muchacho que nunca hubiese podido ser un buen cazador y nadie le lloraría».



Orzowei es una historia de aventuras en la selva, pero, sobre todo, es un libro de amistad y generosidad, de valentía y de solidaridad entre razas. De los hombres del «Pequeño pueblo», los pigmeos, Isa aprenderá que «no se preocupan del color de un hombre, pero se fijan en las acciones de ese hombre». Y uno de los boers que huyen de los ingleses, de nombre «Flor de Maíz», le protegerá. Como un nuevo Tarzán, pero más realista y más humano, a los quince años, Orzowei «se había convertido en un muchacho alto y esbelto. Su cuerpo era fuerte y no tenía grasa. Bajo la piel quemada por el sol había músculos de acero. Las largas cacerías y la vida en la selva le habían dado una resistencia y una agilidad extraordinarias. Sabía arrastrarse sobre el terreno más difícil, sin hacer el más ligero ruido. Sabía correr detrás de una jirafa herida, por más de cuarenta millas, sin cansarse».

Para conquistar la sabiduría se necesita mucho tiempo

Según avanzan las páginas cobra relevancia la figura de Pao, el Gran Rey de los pigmeos, que cumple la función de consejero de Orzowei. Con él, Isa «aprendió a reconocer cualquier huella en el terreno, las distintas clases de hierbas medicinales, a disparar con el arco; a imitar los gritos de los distintos animales». Pao hace notar a Isa la necesidad de rezar al Gran Padre en todo momento: «¿La raíz del gran árbol se agarra con fuerza a la tierra sólo cuando el viento sopla con violencia, o bien siempre, para que nunca le coja por sorpresa la tempestad? La fuerza y la sabiduría no se adquieren en un momento. Cuando aprendías a disparar el arco tardaste mucho tiempo antes de dar en el blanco con la primera flecha. Para conquistar la sabiduría se necesita mucho, mucho más tiempo que para aprender a manejar el arco».


8 abril, 2009
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