Ilustrador británico. 1935-2022. Nació en Calabria, Italia, de padres ingleses. Pasó su infancia y creció en Tavistock, South Devon. Estudió arte, colaboró con tiras cómicas en diarios y revistas y trabajó en series de dibujos animados, antes de publicar, en 1964, su primer álbum ilustrado. Falleció en Provenza, Francia.
Ahora no, FernandoMadrid: Altea, 1993, 4ª reimpr.; 28 pp.; col. Altea benjamín; trad. de Juan R. Azaola; ISBN: 84-372-1821-7.
Otra edición, bilingüe, titulada como el original,
Ahora no, Bernardo, está en Madrid: Anaya, 2005; trad. de Gonzalo García; ISBN: 84-667-4745-1.
Fernando va en busca de su padre, «¡Hola papá!», y de su madre, «¡Hola mamá!», y ambos le responden, «Ahora, no, Fernando». Cuando les quiere anunciar que hay un monstruo en el jardín, ocurre lo mismo…
No quiero el ositoMadrid: Espasa, 1986; 29 pp.; col. Austral infantil; trad. de Gabriel Barea; ISBN: 84-239-2833-0.
Otra edición, bilingüe, titulada como el original,
Odio a mi osito de peluche, está en Madrid: Anaya, 2005; trad. de Gonzalo García; ISBN: 84-667-4741-9.
Las mamás de Juan y Brenda les dicen que salgan a jugar a la calle cada uno con su osito. Ambos empiezan diciendo «Odio a mi oso de peluche» y luego comienzan a rivalizar sobre sus cualidades. A su alrededor se desarrollan historias muy variadas que ellos no perciben. Al final, cuando entran en la casa, los ositos hablan entre sí.
La triste historia de VerónicaBarcelona: Timun Mas, 1992; pp.; col. La Nube de algodón; trad. de Herminia Dauer; ISBN: 84-7722-789-6.
Otra edición, bilingüe, está en Madrid: Anaya, 2005; trad. de Gonzalo García; ISBN: 84-667-4740-0.
Verónica practica y practica violín. Aunque cansa y aburre a sus vecinos, se hace una expertísima concertista. Su música es siempre tristísima y hace llorar a todos. Después de años decide ir a la selva y tocar allí. Logra entonces una música que alegra el corazón de los animales y eso la satisface, pero…
ElmerMadrid: Altea, 1998 , 8ª impr.; 31 pp.; col. Historias para dormir; trad. de María Puncel; ISBN: 84-372-2186-2.
Elmer es un elefante de colores y distinto, por tanto, a todos los demás. Es, además, un bromista. Esto hace felices a los otros elefantes, pero a él le cansa, por lo que decide hacerse igual a los demás.
Otra broma de ElmerMéxico: Fondo de Cultura Económica, 1991; 26 pp.; col. Los especiales de A la orilla del viento; trad. de Catalina Domínguez; ISBN: 968-16-4560-X.
De nuevo Elmer quiere hacer «una broma o algo que anime las cosas», y pinta como él a los restantes elefantes: pero que haya Elmers por todas partes es un lío.
El cochinito de CarlotaMéxico: Fondo de Cultura Económica, 1998; 26 pp.; col. Los especiales de A la orilla del Viento; trad. de Diana Luz Sánchez; ISBN: 968-16-6021-8.
A una niña le regalan un cochinillo-hucha. El regalo no le gusta pero el cerdito le dice que, cuando lo llene, escuchará un ¡Ding! y entonces podrá conseguir un deseo. Con ese objetivo, Carlota va consiguiendo monedas, pidiéndoselas a sus familiares y haciendo pequeños trabajos. Al final, el cochinillo le hará ver que «¡la vida puede ser muy difícil!»…
El álbum, en palabras de McKee, «es también un libro para adultos, con una forma peculiar», y que refleja un estilo de concebir y narrar una historia de este género: «Me gusta pensar que escribo para el adulto que el niño será un día y para el niño que aún está en el adulto». Y ese talante reflejan sus historias, tanto argumental como gráficamente.
Ahora no, Fernando es un excelente mini-relato sobre la necesidad de atención de los hijos, que casi podría calificarse como la versión en álbum de Cuento de hadas suburbano, de Katherine Mansfield. Pero si en esa historia la diana de McKee son los padres, en No quiero el osito son los chicos: es un gran recurso hacerles notar cómo unos observadores externos como son los juguetes ponen al descubierto las tonterías que pueden decir sus dueños cuando se dejan llevar de una tonta vanidad. En esas historias, y como hará en otras posteriores, McKee apuesta por perspectivas cubistas distorsionadas y por sugerencias visuales surrealistas con las que también subraya la incapacidad de mirar alrededor que tienen sus personajes.
La triste historia de Verónica puede calificarse de narración de álbum clásica en el sentido de que cada página contiene un recuadro con la ilustración y el texto debajo, y en el de que las ilustraciones están bien centradas en lo que se cuenta, casi sin añadir más cosas. No es clásica, gráficamente, por el tipo de dibujo y por el cambio de perspectivas para observar las cosas, cenital cuando Verónica está en la cocina y en medio del claro del bosque. Pero, sobre todo, no es nada convencional la mordacidad con la que McKee habla del final amargo de muchas ambiciones humanas y del poder de la música para tranquilizar a las fieras.
Sobre Elmer, un elefantito cuya fama continúa la de Babar y Dumbo, McKee señala que le gusta «usar los colores como la música, para expresar sentimientos diferentes». Y, en efecto, con ilustraciones en acuarela con pastel y pinturas, vistosas y coloristas, inspiradas en el pintor suizo Paul Klee, monta unos relatos aparentemente muy sencillos pero que rezuman frescura y transmiten la necesidad de la diversidad y de la diversión, dos palabras que quizá no por casualidad tienen la misma raíz. Además de los citados, Elmer es protagonista de libros educativos para los más pequeños, en los que frases muy breves presentan láminas sobre distintos aspectos de cada tema: Los amigos de Elmer (Elmer´s Friends, 1994), Los colores de Elmer (Elmer´s Colours, 1994), Los días de Elmer (Elmer´s Days, 1994), El tiempo de Elmer (Elmer´s Weather, 1994), todos ellos en Madrid: Anaya, 1997, col. Mi Primera Sopa de Libros.
También El cochinito de Carlota se narra con el colorido y ritmo propios de Klee y los fauves, pero de un modo inusual: los episodios que se cuentan en el texto van al mismo nivel y al mismo tamaño que los de las otras figuras que se ven; no hay primeros planos de Carlota, que siempre aparece rodeada de gente salvo en algunos momentos clave; son muchas las escenas de calle confeccionadas un poco al modo de Peter Brueghel aunque usando también perspectivas cubistas; a lo largo de las ilustraciones se pueden seguir mini-relatos que protagonizan otras figuras. Estas elecciones resultan muy adecuadas para transmitir, sin decirlo, cómo quien sólo está pendiente de sus propios deseos no es capaz de ver las múltiples caras que tiene la realidad, cómo es necesario salir de la órbita de los propios afanes inmediatos para valorar y disfrutar la riqueza de la vida… Ahora bien, en tiempos consumistas como los nuestros, habrá quienes se reboten con la broma del cochinillo.
Otros álbumes: Negros y blancos; Seis hombres; Los conquistadores; Melric, el mago que perdió su magia; minilibros El Rey Rollo.
Otro libro con ilustraciones suyas: Pánico con lunares, de Hazel TOWNSON.
Bibliografía.
Las citas de McKee están tomadas de
—Entrevistamos a David McKee. Revista PEONZA, n. 39, XII.1996.
—David McKee. El libro-álbum como medio. Revista PEONZA, n. 59, XII-2001.
16 julio, 2007