RUSHDIE, Salman

RUSHDIE, SalmanAutores
 

Escritor indio. 1947-. Nació en Bombay. Estudió y se graduó en Cambridge, Inglaterra. Publicó su primera novela en 1975 y, en 1980, la que se considera la mejor, Hijos de la medianoche. Este relato, considerado un ataque contra la dinastía Nehru-Gandhi, le atrajo amenazas. Y, debido a que trata de modo irreverente a Mahoma, su libro Versos satánicos fue prohibido en muchos países islámicos y provocó que, desde Irán, se lanzase una condena de muerte contra él. Profesor universitario en los EE.UU.


Harún y el mar de las historias
Barcelona: Lumen, 1999; 220 pp.; ilust. de Paul Birkbeck; trad. de F. Roldán; ISBN: 84-264-3729-X. Nueva edición en Barcelona: Mondadori, 2011; 160 pp.; col. Literatura Mondadori; ISBN-13: 978-8439723264.

El jovial juglar Rasid Khalifa, «con una inagotable reserva de cuentos largos, cortos y tortuosos», pierde un día el don de contar historias. Su hijo único Harún, se propone devolvérselo y, para eso, termina viajando al Mar de las Historias conducido por Iff, un peculiar Genio, y allí deberá luchar a favor de las palabras y los libros contra el mundo de la opresión y del silencio.


Luka y el fuego de la vida
Barcelona: Mondadori, 2010; 206 pp.; trad. de Carlos Milla Soler; ISBN: 978-84-397-2324-0.

Libro con personajes y contenidos parecidos a los de Harún y el mar de las historias. Luka, el hermano pequeño de Harún, debe realizar un viaje al Mundo Mágico para encontrar el Fuego de la Vida y así evitar que su padre muera. Al principio le acompañan dos animales, Perro, un oso, y Oso, un perro; y un ser un poco fantasmal que se parece a su padre, llamado Nopapadie. Luego irán apareciendo muchos más que le ayudan en distintos tramos del viaje. Es especialmente importante la Insultana Soraya de Ceb, que se parece mucho a su madre, con su maravillosa Alfombra voladora.



Obras en las que, ya desde la primera página, se aprecia la diferencia entre su alto nivel y el de tantísimos libros de fantasía infantil o juvenil: en muchos sentidos se puede decir que Rushdie juega en otra división. En la pregunta que se hace Harún, «¿qué utilidad tienen unas historias que ni siquiera son verdad?», resuena un eco de las controversias levantadas por los libros del autor, pero sin duda es una pregunta de valor universal.

Harún y el mar de las historias es un libro en torno al amor a los libros con multitud de referencias literarias —a LAS MIL Y UNA NOCHES, a Alicia en el país de las maravillas, a KIPLING y a DICKENS, entre otros—, pero que, igual que Luka y el fuego de la vida, tiene similitudes con La historia interminable de Michael ENDE. Como en ella, el protagonista es un hijo que, por ayudar a su padre, se ve arrastrado hasta un mundo fantástico poblado por personajes a cual más extravagante. Además, básicamente ambas historias transmiten el mismo mensaje de la necesidad de la fantasía. La diferencia fundamental está en el registro humorístico que usa Rushdie: parecido en parte, por ejemplo, al de Gerald DURRELL en El paquete parlante, pero con unas intenciones más solemnes, lo que disminuye la eficacia de lo que se pretende transmitir, aparte de que los «libros de libros» suelen ser relatos para confirmar a los ya convencidos del poder de los cuentos y no para convencer a los incrédulos. Además, el hecho de que Harún viva su aventura fantástica en lo que parece una noche de sueño también le resta convicción: como decía TOLKIEN, colocar un relato de fantasía dentro de un sueño es como poner un marco que arruina un cuadro.

Con todo, es más que notable la fluidez del texto, que deja de manifiesto el talento narrativo, y el poder de fabulación del autor indio, capaz de crear escenarios y personajes verdaderamente singulares. Abundan también los ramalazos de ingenio, como la ocurrencia de «una oscuridad que se enciende y se apaga», aunque muchos juegos de palabras propios del inglés y las referencias propias del mundo indio quedan en parte ocultas para lectores de otras áreas culturales. También es verdaderamente gracioso el modo de hablar repetitivo de Iff, el Genio del Agua barbiazulado, que cuando Harún dice que no cree algunas cosas que no ha visto, le replica: «¿Has visto África? ¿No? Entonces, ¿existe de verdad? ¿Y los submarinos? ¿Eh? ¿Y el granizo, y el béisbol y las pagodas? ¿Y las minas de oro? ¿Y los canguros, el Fujiyama y el Polo Norte? ¿Y el pasado, sucedió? ¿Y el futuro, llegará el futuro? Tú fíate sólo de lo que ves y te encontrarás en un berenjenal, con el agua al cuello, en un buen fregado».

En Luka y el Fuego de la Vida Rushdie demuestra un dominio abrumador de relatos populares e historias mitológicas de muy distintas fuentes, y un buen humor e ingenio irónicos fuera de lo común. Su intención parece ser la de demostrar sus cualidades de gran prestidigitador del lenguaje y de la construcción de historias, y no la de fabricar una narración al alcance de una mayoría de lectores jóvenes como La cabina mágica, de Norton JUSTER, por citar un ejemplo algo parecido. Sin embargo, Rushdie busca la conexión con el lector joven añadiendo a su relato toques familiares a los aficionados a los videojuegos: Luka va ganando y perdiendo vidas según avanza y, en cada etapa de su viaje, ha de pulsar el botón de «guardar» el nivel superado.

Muchos personajes tienen verdadera gracia, hay diálogos y réplicas memorables (como las característicamente insultantes de los habitantes de Ceb), tiene mucha fuerza la gran alocución final que Luka dirige a las criaturas del Mundo Mágico, y es excelente la defensa que todo el libro hace del valor y poder de las historias: «la magia está desapareciendo del universo —dice la Insultana Soraya—. Ya no nos necesitáis, o eso creéis, con vuestras Altas Definiciones y bajas expectativas». Eso sí, como corresponde a un relato ultraposmoderno como este, nadie debería esperar respuestas a las Preguntas Enormes: el narrador dice que Luka las había buscado con frecuencia, pero sin frutos.

El Océano de las Corrientes de las Historias

Una brillante descripción en Harún y el mar de las historias es la del Océano de las Corrientes de las Historias. Se nos dice que Harún «miró las aguas y vio que estaban formadas por mil mil mil y una corrientes diferentes, cada una de un color, que se entretejían como un tapiz líquido formando un bordado de una complejidad que te cortaba la respiración. Iff explicó que eran las Corrientes de las Historias y que cada una de aquellas hebras de colores representaba y contenía una sola historia. […] El Océano… era, en realidad, la mayor biblioteca del universo. Y puesto que las historias estaban archivadas en forma fluida, conservaban la facultad de cambiar y transformarse en nuevas versiones de sí mismas, de unirse a otras historias y convertirse en historias diferentes. […] Era mucho más que un almacén de relatos. No estaba muerto sino vivo».

Las Cimas del Conocimiento

Algunos textos pueden dar idea del tipo de viaje de Luka y del característico estilo irónico posmoderno que lo impregna todo.

El narrador, al principio, dice al lector que «El Torrente de las Palabras, dicho sea de paso, desciende atronadoramente desde el Mar de las Historias hasta desembocar en el Lago de la Sabiduría, cuyas aguas se hallan iluminadas por la Aurora de los Días, y en el lago nace el Río del Tiempo. El Lago de la Sabiduría, como es sabido, se halla a la sombra del Monte del Conocimiento, en cuya cima arde el Fuego de la Vida. Esta vital información relativa a la geografía —y de hecho a la existencia misma— del Mundo Mágico permaneció oculta durante milenios, guardada por unos aguafiestas embozados que se hacían llamar los Aalim, o los Doctos».

Uno de los territorios que ha de atravesar Luka se lo describe la Insultana Soraya anunciándole: «Aún tienes que atravesar las Brumas del Tiempo, donde no se ve nada de nada, y luego vienen el Gran Estancamiento, donde el Río se convierte en un pantano y es imposible moverse, y el Remolino Ineluctable, donde el Tiempo gira y gira y no hay manera de escapar, y el Trillón y Una Bifurcaciones, donde el Río se convierte en un laberinto… y nunca encontrarás el único cauce que es el verdadero e ininterrumpido Camino del Tiempo».

Hay muchas lecciones, claro está, como cuando Soraya le dice a Luka: «en el mundo real no hay niveles; hay solo complicaciones. (…) La vida es más difícil que los videojuegos. Eso es lo que le conviene saber al niño, y también a ti, dicho sea de paso». O este comentario de su padre, respecto al Monte del Conocimiento que ha de abordar al final: «Si quieres llegar a la cumbre del Monte y descubrir el Fuego de la Vida, debes ascender el tramo final tú solo. Las Cimas del Conocimiento sólo se alcanzan cuando uno se las gana a pulso. Tienes que poner de tu parte el esfuerzo. No puedes acceder a lo Alto mediante trampas». Eso sí, aunque se formulan de paso, no se responden y se obvian hábilmente las «Preguntas Enormes a las que Luka había buscado respuesta con frecuencia, sin verdaderos frutos».


23 mayo, 2007
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