23 – Relatos cortos para lectores jóvenes.

 

RELATOS CORTOS PARA LECTORES JÓVENES

Esta selección de relatos, confeccionada a partir de los citados en Itinerarios lectores, tuvo una versión más recortada en medium, en mayo de 2016. Esta es, para mi sorpresa, mi artículo más leído, con mucha diferencia, de todos los que he publicado hasta el momento en esa plataforma: 78 K a finales de agosto de 2020.

1810. Michael Kohlhass, Heinrich von Kleist. Un honrado tratante de caballos sufre una injusticia y, como no logra la reparación adecuada, decide actuar por su cuenta. La historia engancha enseguida aunque su segunda mitad es un continuo vaivén de complejidades jurídicas y de intrigas cortesanas, narrado con claridad pero que algunos encontrarán difíciles de seguir, debido también a los absurdos que se suceden. Novela que merece la pena conocer por lo que tiene de historia prekafkiana, y que hace pensar en los límites y las insuficiencias de la justicia humana.

1819. Rip van Winkle, Washington Irving. Tal vez el cuento más popular del autor norteamericano. Rip tiene un sueño y, al despertar, descubre que han transcurrido veinte años… El autor evidencia su capacidad para integrar realismo y fantasía, y la ironía elegante que llegó a ser su rasgo estilístico más acusado: «El mal genio nunca mejora con la edad y la lengua es el único instrumento cuyo filo aumenta con el uso», dirá el narrador sobre la esposa de Rip.

1842. El capote, Nikolái Gógol. Los protagonistas son un escrupuloso funcionario que decide hacerse un capote nuevo para el frío, objetivo para el que trabaja mucho tiempo, y un alto personaje de los que a la mínima espetan el «¿Usted sabe con quién está hablando? ¿Sabe usted a quién tiene delante? ¿Lo comprende? Le pregunto que si lo comprende». Son magistrales el análisis psicológico de los personajes, la sátira de algunas injusticias sociales, la tensión entre lo real y lo fantástico.

1855. Benito Cereno, Herman Melville. 1799. El capitán estadounidense Amasa Delano fondea su barco en una isla del Pacífico y allí coincide con un velero misterioso cuyo capitán es el español Benito Cereno. Lentamente, la verdad y el significado de lo que ve se le irán revelando. Novela de intriga de una inteligente complejidad que nos hace caer en la cuenta de nuestros errores de juicio acerca de las actuaciones de los demás.

1873. El amuleto, Conrad Ferdinand Meyer. El hugonote Hans Schadau narra los sucesos previos a la noche de San Bartolomé, el 24 de agosto de 1572, cuando sólo tenía veinte años, y cómo logró escapar de la muerte primero en un duelo y luego en la matanza, con ayuda del católico Wilhelm Boccard, que no tiene tanta suerte. Relato de carácter histórico que se aborda mostrando los hechos y sin entrar en los procesos psíquicos de sus personajes.

1884. La muerte de Ivan Illich, León Tolstoi. Iván Ilich, segundo hijo de un funcionario, fue ascendiendo en la escala social hasta realizar un matrimonio ventajoso y llegar a ser un importante juez. Pero se le declara una imprevista enfermedad y, con cuarenta y cinco años, muere. A lo largo de su enfermedad desarrolla una progresiva lucidez para enjuiciar su vida anterior. Intenso estudio psicológico del protagonista y sociológico de la burguesía de la época.

1886. El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, R. L. Stevenson. En un Londres fantasmal vive el respetado doctor Jekyll. Sus amigos averiguan que tiene alojado en su casa a un tipo mal encarado llamado Mr. Hyde que se ve involucrado en un crimen. Narración policíaca, de misterio, de terror, de anticipación científica, según qué perspectiva se prefiera. Al margen de otras interpretaciones, una es que los principales motivos que podemos tener para estar asustados están dentro de nosotros mismos.

1888. La estepa, Antón Chéjov. El pequeño Yegorushka, nueve años, hace un viaje a través de la estepa ucraniana para incorporarse al Instituto de la ciudad. Al principio va con su tío Kuzmichov y con el padre Jristofor. Ellos le dejan luego en compañía de unos carreteros mientras se ocupan de sus negocios. En la ciudad se hacen cargo de nuevo de Yegorushka, y le llevan a casa de una mujer con la que vivirá en adelante. Relato en el que la naturaleza ocupa un primer plano y en el que asistimos al dolor interior de un chico que se separa de su madre, y al desconcierto que le inunda entre gentes y en ambientes tan distintos a los suyos.

1896. La tierra de los abetos puntiagudos, Sarah Orne Jewett. Relato que algunos consideran el mejor de la autora. Una escritora bostoniana pasa unos meses en un pueblo costero de Maine, con la intención de terminar un libro. Se hospeda en casa de Almira Todd, una mujer de unos sesenta años, viuda, experta en hierbas y en sus usos terapéuticos. Va conociendo a distintos habitantes del lugar que le cuentan historias pasadas, propias o ajenas. Los acentos son siempre amables y abundan el buen humor y la ironía en comentarios o cotilleos.

1898. Otra vuelta de tuerca, Henry James. Bly, Essex, Inglaterra. Una institutriz inexperta cuida de dos niños de gran bondad y atractivo: Miles y Flora. Pero percibe que siguen estando presentes, como fantasmas, la antigua institutriz y un viejo jornalero, y decide defender a los niños. Novelita de terror psicológico que coloca por primera vez a unos niños en el núcleo de una trama semejante. Cuando la institutriz cuenta los extraños sucesos que ha vivido, el lector deberá responder a una pregunta: ¿son las cosas tal como nos las cuenta la narradora o suceden sólo en su imaginación?

1898. Juventud, Joseph Conrad. Un marino llamado Marlow narra un viaje que hizo cuando tenía veinte años, a bordo de un barco que tenía «una especie de escudo de armas, con la divisa “Hazlo o muere”», asunto que, cuenta, le impresionó profundamente pues «había algo de novelesco en todo aquello, algo que me hacía querer al viejo armatoste, algo que apelaba a mi juventud». Narración sentimental y realista, irónica y seria. El autor elogia y añora la juventud que pasó y, a la vez, amablemente se burla de las ambiciones y esperanzas que tenía entonces: «¡La juventud, siempre la juventud! La tonta, encantadora y hermosa juventud».

1908. Encender una hoguera, Jack London. Tal vez el mejor relato del autor. En su primer invierno en Alaska un hombre y su perro realizan una travesía en solitario y, cuando son atrapados por una ola de frío polar, el hombre intenta hacer fuego para calentarse. London compara el comportamiento humano con el animal y lo hace con acierto: «El perro se encontraba abrumado por el tremendo frío. Sabía que no hacía tiempo para viajar. Su instinto le contaba una historia más veraz que la que contaba al hombre su propio juicio. […] El perro no entendía de termómetros».

1908. El duelo, Joseph Conrad. Narración distinta de otras del autor. 1800, Estrasburgo, dos tenientes en dos regimientos de húsares de Napoleón: Feraud, un tipo colérico y primario, y D’Hubert, un hombre cortés que se verá arrastrado por la violencia de Feraud, además de por los usos sociales de su época y su ambiente. Feraud se siente ofendido por D’Hubert y lo reta; a ese primer duelo le seguirán otros, a lo largo de casi veinte años, en diferentes escenarios, pues por distintas razones ninguno termina con la muerte de uno de los dos y Feraud no acepta nunca una posible reconciliación. Para quienes les rodean, el motivo para el duelo se oscurece con el tiempo y se termina transformando en un misterio para todos y en una especie de leyenda.

1912. Hadyi Murad, León Tolstoi. Guerra del Cáucaso, 1851. Debido a la desconfianza que siente hacia su propio jefe, el imam Shamil, su lugarteniente Hadyi Murad decide abandonar el campo checheno y pasarse al servicio de los rusos, pues piensa que sólo así podrá tener opciones de salvar a su familia. El relato refleja la vida en la montaña y el comportamiento de los soldados del frente; muestra la mezquindad y cortedad con que actúan los poderosos no importa de qué bando; enseña el conflicto interior de un protagonista que tampoco es inocente pero que decide jugar sus opciones a una sola carta.

1917. La línea de sombra, Joseph Conrad. Historia del primer mando de un joven capitán de barco que, al ser nombrado, relata que «una súbita pasión, hecha de ávida impaciencia, corrió por mis venas y provocó en mí la sensación, que no he vuelto a experimentar con tal brío, de la intensidad de la vida». Esa percepción de la intensidad de la vida la define el narrador en otro momento como «la esencia de las aspiraciones juveniles». Considerada la obra maestra de su época final, aquí Conrad vuelve a narrar una transición de la juventud a la madurez y vuelve a tratar acerca del mal que se oculta en el interior del hombre.

1936. Adviento en la montaña, Gunnar Gunnarsson. Desde hace veintisiete años, un bondadoso y servicial pastor del norte de Islandia, Benedikt, se adentra en las montañas para ir en busca de las ovejas perdidas, las suyas y las de sus vecinos, justo antes de la Navidad y de que llegue lo más crudo del invierno. La novela cuenta esa expedición, que Benedikt emprende con su perro y un carnero. Con frases sencillas y felices, la narración sigue tanto el curso de los acontecimientos como el de los pensamientos del protagonista.

1943. El principito, Antoine Saint-Exupéry. Un piloto cuyo avión ha sufrido un accidente y está solo en el Sahara, encuentra un niño que ha llegado allí desde otro planeta y que convive con él durante ocho días. La prosa poética del autor francés transmite la nostalgia de una infancia sublimada y es como un lamento por algo perdido o que nunca supimos encontrar; es un impulso para buscar ese algo invisible que embellece las cosas; es un ataque feroz a todos los egoísmos, y el aviso de que sólo podremos superarlos con la generosidad y una mirada inocente.

1943. Rebelión en la granja, George Orwell. Rebelión de los animales de una granja contra su dueño. Como consecuencia, se reorganiza la vida dentro de la granja, surgen rivalidades entre los animales y nuevas estructuras de poder. Obra concebida como una sátira de la revolución rusa, que ha quedado ya para siempre como una fuerte denuncia contra la corrupción que ocasiona el poder y como una feroz crítica del conformismo de quien no quiere ver lo que tiene ante sus ojos.

1941. El silencio del mar, Vercors. Segunda Guerra Mundial, un pueblo de la Francia ocupada por los alemanes. Un culto y cortés oficial alemán se aloja en una casa habitada por un anciano y su sobrina, que no hablan al alemán por más que este se comporta siempre con gran respeto. Relato que tuvo una gran resonancia política cuando se publicó, durante la misma guerra. Según su autor, intentaba ser un testimonio sobre la posibilidad de resistir y luchar sin odio y una denuncia de la complicidad en la barbarie de quienes obedecen con ciega buena intención.

1941. La gansa blanca, Paul Gallico. Un pintor jorobado vive solo en un faro situado en la Gran Marisma de Essex hasta que, un día, una niña llamada Fritha le trae una gansa blanca herida y él la cura. Los años pasan y, cada vez que la gansa vuelve de Canadá, Fritha también vuelve y va conociendo más al pintor. En 1940, el pintor atraviesa con su barca el canal para intentar salvar a los soldados ingleses atrapados en las playas de Dunkirk. Relato emocionalmente intenso con un gran desenlace.

1945. La famosa invasión de Sicilia por los osos, Dino Buzzati. En tiempos antiguos, cuando en Sicilia había montañas y había osos que las poblaban, hubo un invierno en el que los osos atacaron al tirano Gran Duque y se hicieron con el poder. En la segunda parte, con la vida en la ciudad, los osos se aburguesan. El lector-niño conectará con las aventuras del pueblo de osos, contadas con ritmo ágil y mostradas con unas excelentes ilustraciones del mismo Buzzati. La fantasía y el humor irónico del autor hablan bien de la corrupción que puede llegar a quienes se acomodan en el poder.

1947. La perla, John Steinbeck. Kino, un pescador joven y fuerte, encuentra una perla de belleza fascinante y piensa que, gracias a ella, sus días de pobreza se han terminado. Pero el narrador nos dice que «la esencia de la perla se combinó con la esencia de los hombres y la reacción precipitó un curioso residuo oscuro». Relato magistral por su sencillez y su nervio. La historia, basada en una leyenda mexicana, es tensa, con frases y párrafos perfectos.

1952. El viejo y el mar, Ernest Hemingway. Santiago, un viejo pescador, mantiene una lucha titánica contra un enorme pez. El estilo, sobrio y diáfano, con frases cortas y coloquiales, sugiere más que describe. Es un canto al optimismo, a la tenacidad y al coraje: «El hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido pero no derrotado».

1953. El hombre que plantaba árboles, Jean Giono. En 1910, el narrador conoce a un pastor solitario de 55 años que le invita a su casa. Entonces averigua que, durante los tres años que llevaba viviendo solo, el pastor había plantado cien mil árboles de los que habían crecido veinte mil… Luego, desde 1920 hasta la muerte del pastor, en 1947, repetirá su visita todos los años y verá la transformación gigantesca de toda una comarca gracias a «la generosidad tan grande y tan terca de un solo hombre». Relato con el que Giono confiaba en transmitir la idea del poder que tiene una conducta personal constante y generosa.

1953. El sargento en la nieve, Mario Rigoni. Relato, en primera persona, de la retirada del ejército italiano de Rusia en 1943. El autor, entonces sargento mayor de un regimiento de alpinos, al mando de un pelotón de ametralladoras, narra con sencillez y claridad los hechos tan alborotados de una retirada en la que se suceden los enfrentamientos y las bajas. No faltan toques de buen humor y es encomiable el tono, lleno de respeto y humanidad, con que se narran los momentos más dolorosos.

1959. La soledad del corredor de fondo, Alan Sillitoe. A través del rencor del joven narrador, encerrado en un correccional, se percibe la hipocresía de las personas que «vienen y nos sueltan discursos sobre que los deportes son lo adecuado para que empecemos a llevar una vida honrada y mantengamos las puntas de los dedos lejos de las cerraduras de las tiendas y las cajas de caudales»… Relato que es como un grito desesperado que pide una rectitud sin fisuras a los adultos y a los educadores.

1959. El perseguidor, Julio Cortázar. Un crítico de jazz parisino cuenta la vida de un genio del jazz, Johnny Carter, cuya vida se desliza irremediablemente por una pendiente de drogas y alcohol, en busca de un camino hacia ese otro mundo al que ha llegado algunas veces a través de la música. Relato inspirado en el legendario Charlie Parker que plantea sus tentativas de averiguar cuál es la consistencia de la realidad.

1960. Reencuentro, Fred Uhlman. Alemania, 1932. El narrador, judío, cuenta su amistad juvenil con un rico aristócrata, Konradin. La separación entre los dos amigos, con ocasión de la irresistible progresión de la ideología nazi, terminará con un «reencuentro» al cabo de muchos años. Novela que, sobre todo, se centra en la fuerza con la que puede brotar la amistad entre dos jóvenes. Pocos relatos tienen un mejor final. El autor escribió, años después, Un alma valerosa, los mismos hechos desde la perspectiva de Konradin.

1962. Un día en la vida de Iván Denísovich, Alexander Solzhenitsyn. Narración con sabor documental, realista y descarnado, de un día ordinario en un campo de concentración soviético de los años cincuenta. Con una prosa irónica y fría, y un humor realista y negro, el autor ruso describe sufrimientos que muchos aún recuerdan y que muestran la facilidad con la que los hombres podemos caer en un comportamiento abyecto.

1970. Relato de un náufrago, Gabriel García Márquez. Relato periodístico de un suceso de 1955: cuando varios marineros de un destructor colombiano cayeron al mar en el Caribe y uno, de 20 años, sobrevivió diez días en el mar hasta que alcanzó la playa y fue descubierto. El escritor entrevistó al protagonista y luego escribió una narración en primera persona, de forma precisa y sobria, con excelentes descripciones y un humor socarrón: «Yo no hice ningún esfuerzo por ser héroe. Todos mis esfuerzos fueron por salvarme».

1997. Celeste & Lálinha, José Cardoso Pires. En los años 80, en una barriada de refugiados de las colonias portuguesas, Celeste, una niña que vive con su madre y su abuela, tiene una muñeca negra traída de Angola, Lálinha, que no es aceptada por las personas que la rodean, una forma sorprendente de maldad humana. Narración en la que se mezclan la ternura, el desgarro, la ironía y el humor, en sucesivas escenas costumbristas.

2003. El zorro ártico, Sjón. El tenso acecho de un cazador a un zorro ártico va entretejido con la historia de varias personas, una de ellas una chica con síndrome de Down muy maltratada. Unos tramos de la historia tienen los acentos propios de un relato de lucha en la naturaleza, y otros, los que narran la dura historia de la chica, están contados con sobriedad y contención, lo que contribuye a que la historia tenga una enorme contundencia y el lector no perciba ninguna clase de didactismo en la lección moral que da.

2010. Paz, Richard Bausch. Italia, 1944, cuando una patrulla norteamericana de reconocimiento repele un ataque, el sargento mata, tal vez innecesariamente, a una mujer. A continuación, ordena al cabo Marston y a dos soldados que, guiados por un italiano sospechoso, se adelanten para inspeccionar el terreno. La novela cuenta sólo esa noche: la marcha penosa de los cuatro hombres con un tiempo que va empeorando, el temor de los americanos a que el italiano les traicione y a que un francotirador les alcance; y, sobre todo, sus agrias discusiones sobre si han de denunciar o no a su sargento por la muerte que presenciaron.

2012. El libro de Yotán, Arthur Powers. Israel, tiempos de Jesucristo, Yotán es un chico discapacitado que, cuando su madre fallece y su padre le abandona, termina uniéndose a quienes siguen a Jesucristo. En la narración, en tercera persona pero indicando lo que siente y oye Yotán, no hay descripciones de tipo poético sino yuxtaposiciones que transmiten directamente las emociones básicas de Yotán al lector.


28 julio, 2017
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