Robert Spaemann: «Jean Paul preguntaba en una ocasión: “¿Debería educarse a los niños para su época o más bien contra ella?”, para después responder: Siempre hay que prepararles frente a su tiempo, pues el tiempo es tan poderoso que él mismo ya se cuida de que todos vayan en su dirección». Es decir, que si se desea educar a un joven para que sea libre, «entonces hay que educarle contra el tiempo y sus prejuicios». Robert Spaemann. Sobre Dios y el mundo. Una autobiografía dialogada (Über Gott und die Welt. Eine Autobiographie in Gesprächen, 2012). Madrid: Palabra, 2014; 396 pp.; col. Biblioteca Palabra; trad. de José María Barrio Maestre y Ricardo Barrio Moreno; ISBN: 978-84-9061-034-3.... Leer más
Robert Spaemann: «Llamamos valores a los objetos o contenidos de los sentimientos (...). El contenido valioso de la realidad se nos patentiza en los actos de alegría y tristeza, veneración y respeto, amor y odio, temor y esperanza. La paradoja reside en que, quien convierte el placer y el bienestar subjetivo en el tema de su vida y en el fin de su actividad, no experimentará en absoluto aquel bienestar más profundo que llamamos gozo. Lo experimentará, en cambio, aquel a quien se le manifieste en toda su riqueza el contenido valioso de la realidad, y esté en disposición de prescindir de sí para poder, como decimos, gozar de algo y con algo. Tales contenidos valiosos no nos resultan todos accesibles a la vez y desde el principio. Se nos manifiestan paulatinamente y en la medida tan... Leer más
«La educación debe hacer capaz al hombre de librarse de la sensación del momento, capaz de hacer lo que quiera. Debe aprender a conducir su vida, más que a dejarse llevar». Esa es la razón, señala Robert Spaemann, de que Rousseau recomendara «a las madres que, cuando el niño que tienen en brazos tienda la mano a una manzana, no deben buscarle la manzana, sino que deben llevar el niño a la manzana. Así aprende el niño que las cosas no se dejan dar órdenes y que debemos determinarnos a nosotros mismos. (...) Solamente ante una realidad que nos ofrece resistencia podemos desarrollar nuestras fuerzas. Y las alegrías más profundas de la vida se relacionan con el desarrollo de nuestras fuerzas y capacidades. El educador tiene ante sí la tarea de introducir al niño en la... Leer más
Muchos libros infantiles confirman lo que dice Robert Spaemann aquí: «En todo hombre hay como un germen de conciencia, un órgano del bien y del mal. Quien conoce a los niños sabe que esto se aprecia fácilmente en ellos. Tienen un agudo sentido de la justicia, y se rebelan cuando la ven lesionada. Tienen sentido para el tono auténtico y para el falso, para la bondad y la sinceridad; pero ese órgano se atrofia si no ven los valores encarnados en una persona con autoridad. Entregados demasiado pronto al derecho del más fuerte, pierden el sentido de la pureza, de la delicadeza y de la sinceridad. Para ellos, la palabra es ante todo un medio de transparencia y de verdad. Pero cuando, por miedo a las amenazas, aprenden que hay que mentir para librarse de ellas, o experimentan que sus... Leer más
Dice Robert Spaemann que «un buen hombre sería aquel cuya conciencia de que “no me es lícito hacer esto” se cambia en “no puedo (físicamente) hacerlo”. El antiguo legislador romano formuló esta misma idea con la lucidez que le caracteriza: “...lo que va contra la piedad, contra el respeto debido al hombre, dicho brevemente, contra las buenas costumbres, debe ser considerado como imposible”». Y, en cambio, «el mal se puede definir como renuncia a prestar atención. Quien actúa mal, se podría decir, no sabe lo que hace. Lo que ocurre sencillamente es que no quiere saberlo. Y precisamente ahí, y no en una intención expresamente mala, está el mal». Esto se puede poner en paralelo con el comentario de Nicolae Steindhart recogido en Una inteligencia elemental es un... Leer más
Hay un tipo de escuela o de enseñanza que Robert Spaemann describe como «una escuela de la falta de alegría». Es una escuela, dice, que no amplía la experiencia, no fomenta la creatividad, sino que transmite la perspectiva del ayuda de cámara. Es una escuela en la que, «antes de saber quién era Schiller se entera uno de que era una persona como tú y como yo y que no se llevaba bien con las autoridades. Antes de que saber qué es algo, uno se entera de que debería ser de otra manera. Y puesto que uno mismo no puede comprobarlo mediante experiencias adecuadas al respecto, tiene que creer al profesor». Esta idea de la «falta de alegría» se puede aplicar también —aunque aquí los comentarios del filósofo alemán van algo más... Leer más
Robert Spaemann: «El modelo paradigmático de toda educación es el aprender a hablar. La lengua moderna no se aprende mediante clases curricularmente organizadas. La lengua que se le enseña al niño tampoco se la inventa uno, sino que es la propia lengua. La lengua materna es la lengua de la madre. A medida que la madre y el resto de personas que tratan con el niño van incorporando a éste a la comunidad hablante, al hablar con él, aprende el niño a hablar. El lenguaje no es en primer término un instrumento para el dominio del mundo y la comunicación. Sucede más bien que el mundo sólo se nos da en la interpretación lingüística. Aprender a hablar es el modelo para cualquier otra educación. Educación es introducción al propio mundo, interpretación del mundo, práctica de... Leer más
Robert Spaemann: «Normalmente la educación no es una profesión. Dar clase puede ser una profesión, la profesión del profesor, que transmite conocimientos y habilidades muy concretas. Pero, ¿qué conocimientos y habilidades transmite el educador? “Vivre c’est le metier que je veux lui apprendre”, “Vivir es el oficio que quiero enseñarle”, hace decir Rousseau al educador de su famoso Émile. Pero ¿cómo enseña uno a vivir? Conviviendo y haciendo todo lo posible unos con otros. La educación no es ningún proceso propio de la racionalidad instrumental. No existe una actividad especial que se llame “educar”. La educación es un efecto secundario que sobreviene cuando se hacen muchas otras cosas diferentes». Robert... Leer más
Spaemann: «Horkheimer y Adorno escribieron ya que contra el asesinato no existe a fin de cuentas más que un argumento de carácter religioso. ¿Por qué religioso? Porque el argumento se entiende únicamente cuando los hombres descubren algo “sagrado”. Lo sagrado es lo inconmensurable, lo que no se puede fundamentar ni derivar funcionalmente, lo “bueno” entendido como predicado absoluto». Robert Spaemann. Felicidad y benevolencia (Glück und Wohlwollen, 1989). Madrid: Rialp, 1991; 285 pp.; col. Cuestiones fundamentales; trad., notas y estudio introductorio de José Luis del Barco; ISBN: 84-321-2689-6.... Leer más