Chesterton defendió siempre algo que muchas veces se llama sentimentalismo. En primer lugar, porque la gente normal es siempre sentimental en el sentido de que «un sentimental no es más que alguien que tiene sentimientos y no se toma la molestia de inventar otro modo de expresarlos» («En defensa de la novela de quiosco», The Defendant). Luego, porque, al igual que uno de sus personajes, no se veía «capaz de denostar ciertos sentimientos que hacen que el mundo gire, y que las gentes giren con el mundo» (Los árboles del orgullo, en El jardín de humo y otros cuentos de intriga). En esa línea, de aclarar bien qué se quiere decir cuando se lanza la acusación de sentimentalismo, decía que «no hay que confundir recriminaciones morales con recriminaciones sentimentales»... Leer más
Chesterton señaló con frecuencia cuánto abundan en nuestras conversaciones un tipo de afirmaciones que parecen dejar satisfechas las mentes y detienen el pensamiento: por ejemplo, quien elogia el progreso y ya no considera necesario progresar en su pensamiento un poco más, quien rechaza una queja por ser antigua y ya no piensa que sea necesario decir algo nuevo. (The Outline of Sanity) En esa línea, de hacer notar las dificultades que a veces tenemos para pensar con rigor, decía que una de las principales incomodidades de nuestro tiempo está en ese montón de pequeños pensamientos, o pequeños dichos que se han divorciado hace tiempo de los pensamientos, que invaden toda la atmósfera en forma comparable a los pequeños insectos: insignificantes y casi invisibles pero... Leer más
Chesterton señaló en ocasiones cómo, en las informaciones de prensa y en la conversación cotidiana, son muchas las expresiones sin sentido que facilitan la conversación pero dificultan pensar con orden y comprender la realidad. Ya cité las frases rítmicas tipo «la vida es la vida», con las que no se va muy lejos en materia de argumentos, y otros modos inconsistentes de razonar («Sobre una negación», Charlas). También mencioné el problema de la abundancia de restos de moralidad que son como esos enormes trozos informes de hielo a la deriva que causan tantos naufragios («On Dependence and Independence», All I Survey), que por cierto es una idea nuclear del famoso libro de Alasdair McIntyre, Tras la virtud. En esa misma línea indicaba que lo más importante que debe... Leer más
Una idea recurrente de Chesterton es la de saber mirar todas las cosas con sentido de novedad. Las del pasado: —«Un arqueólogo es un hombre que estudia cosas antiguas y encuentra que son nuevas». (El hombre que sabía demasiado) —Para comprender esas «civilizaciones antiguas con extrañas virtudes enterradas como tesoros», no debemos acercarnos a ellas como turistas o como investigadores, sino «con la lealtad de los niños y la gran paciencia de los poetas. Conquistar esos lugares es perderlos. El hombre de pie en su propio huerto, con el mundo de las hadas abierto más allá del portón, es el hombre con ideas grandes. Su mente crea distancia, el automóvil la destruye estúpidamente. Los modernos piensan en la tierra como un globo, como algo a lo que se puede dar la... Leer más
Chesterton mantuvo muchas polémicas públicas con quienes, en su tiempo, defendían posiciones feministas. Aclaró repetidas veces que no atacaba el feminismo sino algunas de las reivindicaciones y de las razones de las feministas, en su opinión mal fundadas y a veces injustas con las mismas mujeres a las que decían defender. En esa línea, decía, es una obviedad que necesitamos un ideal en nuestra mente con el que contrastar la realidad, pero es igualmente cierto, y se suele subrayar menos, que necesitamos la realidad para contrastar nuestros ideales. Por eso, indicaba, como piedra de toque de las teorías que oía siempre pensaba en la señora Buttons, una vecina suya que era señora de la limpieza: «cuando escucho cualquier moderna generalización acerca del sexo femenino... Leer más
En Más allá del escepticismo puse una cita de Chesterton a propósito del doble filo que tienen las medias verdades del escéptico. Pero fueron muchas las ocasiones en que Chesterton habló del escepticismo como una marca propia de su época. En ocasiones, lo puso en paralelo con el impresionismo: «El impresionismo es escepticismo. Significa creer en las impresiones inmediatas de uno mismo a expensas de las ideas generales más permanentes y positivas de uno mismo. Significa poner lo que se percibe por encima de lo que se conoce. Significa la monstruosa herejía de que ver es creer. Una vaca blanca en un momento determinado bajo la luz de la tarde puede ser dorada por un lado y color violeta por el otro. El fundamento del impresionismo consiste en afirmar que no existe vaca blanca... Leer más
Decía Chesterton que la sustancia moral de la libertad está en que el hombre no está pensado para ser, sin más, un receptor pasivo de buenas leyes o buenas condiciones de vida, como un árbol en un jardín, sino que está pensado para que tenga el placer activo y principesco de actuar como el jardinero que selecciona lo que planta y que diseña y organiza su jardín. De ahí que la forma más popular de indicar donde reside la idea de la libertad humana es la de hablar del hombre como «creador». De hecho, en inglés, se usa la palabra «make» para la mayoría de las cosas en las cuales la libertad es esencial, como un paseo por el campo, «makes his way», hacer amigos, «makes a friend», o el amor, «making love». Y, por eso, en su sentido espiritual primigenio, la libertad... Leer más
Chesterton habló mucho del recorte progresivo de libertades por medio de leyes que se presentan como beneficiosas para los ciudadanos. A eso se refería el comentario recogido en la nota Prohibido fumar y, en esa misma línea, se podría citar el de que nuestros gobernantes no parecen perseguir el dictar buenas leyes para refrenar a gente mala sino malas leyes que ha de soportar la gente buena («Thoughts Around Koepenick», All Things considered). Ya mencioné también su observación de que si no fijamos un principio por el que las diferencias entre las distintas libertades pueden ser contrastadas, las distintas libertades serían un argumento contra la libertad («On Liberties and Lotteries», All is Grist). Hace notar lo mismo, de otra manera, cuando dice que no se pueden pedir... Leer más
Chesterton: «Entre los hombres normales no hay, realmente, muchas opiniones diferentes cuando se trata de los primeros principios de la decencia en la expresión. Todos los hombres sanos, antiguos y modernos, occidentales y orientales, sostienen que en el sexo hay una furia que no podemos correr el riesgo de inflamar; y que, si el instinto debe continuar moderado y sano, debemos asignarle cierto misterio. Pero existen personas que sostienen que pueden hablar de este tema tan fría y abiertamente como de cualquier otro; son aquellos que sostienen que caminarían desnudos por la calle. Pero estas personas no sólo están locas; son, en el más enfático sentido del mundo, absolutamente estúpidas. No piensan; sólo señalan (como los niños) y dicen ¿por qué? Hasta los niños lo hacen... Leer más
En uno de los artículos más duros de Chesterton que recuerdo explica el por qué de su desprecio hacia quienes hablaban en su época de «control de la natalidad». Primero, decía, porque es una expresión «débil, indecisa y cobarde», que no busca controlar ningún nacimiento sino que no haya nacimientos que controlar, por lo que, quienes la usan, deberían hablar de «prohibición de la natalidad». Segundo, porque es un modo de actuar «débil, indeciso y cobarde» pues si lo que afirman es correcto deberían llevar hasta el final lo que proponen y actuar como los eugenistas, y «el camino de acción obvio para los eugenistas es actuar con los bebés como actuarían con los gatos. Permitan que todos los bebés nazcan, para después ahogar a los que no nos gustan». Y la tercera... Leer más
Decía Chesterton que las dos grandes fuerzas que componen la poesía de la vida siempre han sido el amor a la mujer y el amor a la tierra pero que ambas se han corrompido en nuestros tiempos. Señala que, en este aspecto, «el hedor del paganismo decadente no era tan malo como el hedor de la cristiandad decadente»: un caso más del viejo adagio de que la corrupción de lo mejor es lo peor. Lo explica señalando que, en el paganismo antiguo, había un pecado que estaba «del lado de la Naturaleza», «del lado de la vida»; pero que «ha sido dejado a los últimos cristianos, o mejor, a los primeros cristianos dedicados a blasfemar y negar el cristianismo, el inventar una nueva clase de adoración del sexo, que no es siquiera una adoración de la vida. Ha sido dejado a los últimos... Leer más
Chesterton habló algunas veces acerca de la obsesión creciente por el sexo en la sociedad. Ya indiqué cómo, tiempo antes de Un mundo feliz, en algunos de sus artículos hablaba del sexo como el más evidente de los sobornos que se puede ofrecer para esclavizar a alguien (Fancies versus Fads). En plan menos serio señalaba que el sexo y la respiración son las dos cosas que generalmente funcionan mejor cuando menos te preocupas por ellas, y que tal vez por eso no era casual que en su época se hubieran puesto a la vez de moda el feminismo y los ejercicios gimnásticos respiratorios («The Suffragist», A Miscellany of Men). Pero al respecto tal vez la paradoja más sugerente que señaló fuera esta: «Puede decirse que nuestros tiempos, aunque se burlen de las inocencias sexuales,... Leer más
Decía Chesterton que en nuestro mundo abunda «la adoración del éxito, esa cosa que no significa sino superar en algo a alguien. Puede significar la persona que más éxito haya obtenido en escapar corriendo de una batalla. Puede significar haber sido el más profundamente dormido de una hilera de hombres dormidos» («La prehistórica estación de ferrocarril», Enormes minucias). Abunda también, junto con «la herejía del pesimismo», la «herejía gemela del optimismo», no tanto la de «un plácido y pacífico optimismo» como la de «una especie de insolente y opresivo optimismo», que dominó en su momento a Stevenson, y que se puede describir diciendo que «la reacción a la idea de que lo bueno fracasa siempre es la idea de que lo bueno triunfa siempre. Y de allí, muchos... Leer más
Algunos hábitos periodísticos según Chesterton: —Atención a lo secundario y no a lo importante. Al presentar «un personaje cuyas opiniones se desvanecían bajo una retahíla de “peros”, “no obstante”, “por más que”…», el narrador subraya que «tenía, por tanto, las mejores «aptitudes para cultivar uno de los mayores artificios del periodismo moderno, o sea, para dejar de lado lo esencial de la cuestión, como si fuese algo que no corre prisa, y dedicarse con esmero a cualquier aspecto secundario». (La Taberna errante) —Pintar sólo las excepciones. «La gran debilidad del periodismo, como pintura de nuestra existencia moderna, proviene de ser pintura formada enteramente de excepciones. (...) Pero no puede esperarse razonablemente que el periodismo insista... Leer más
Chesterton era muy consciente de las limitaciones y de las cualidades del trabajo periodístico. Ya indiqué su famosa idea de cómo los periódicos difunden noticias falsas y la verdad siempre tiene que viajar «media hora detrás de la calumnia, y nadie puede estar cierto de cuándo y dónde la alcanzará» (El escándalo del Padre Brown). Sabía bien, y dijo muchas veces, que «los periódicos nunca están al día. Quienes escriben artículos de opinión siempre están retrasados, porque van con prisa. Se ven obligados a apoyarse en sus anticuados puntos de vista y no tienen tiempo de concebir unos nuevos. Todo lo que se hace apresuradamente está condenado a ser anticuado» (George Bernard Shaw). Sin embargo, también defendió ardientemente la importancia del trabajo inmediato... Leer más
Chesterton se refirió muchas veces a cómo la visión materialista de las cosas, el continuo hablar de aspectos económicos y de necesidades físicas, acaba distorsionando la percepción de la realidad. Así, a propósito de la supuesta inflexibilidad de las leyes del mercado decía: «Una equivocación muy frecuente consiste en considerar como fin absoluto las condiciones de vida modernas y, en seguida, tratar de adaptar a ese fin las necesidades humanas, como si éstas sólo fueran un medio. Así, por ejemplo, se dice: “la vida familiar no se adapta bien a la vida de negocios de los tiempos actuales”. Lo cual es lo mismo que si se dijera: “Las cabezas no se adaptan a la clase de sombreros que están ahora de moda”». («En beneficio del golf», Charlas) Razonar así, no... Leer más
Chesterton se lamentaba de cómo el poder corruptor de la riqueza infecta todos los estratos de la sociedad. Ya mencioné un artículo en el que hablaba de cómo la gente común tiende a caer en la tentación de una admiración vergonzosa hacia quien tiene una posición social alta («Dos policías y una moraleja», Correr tras el propio sombrero y Enormes minucias). También cité su comentario de que «una cosa es tolerar a los ricos porque son señores y otra tolerar a los despóticos porque son ricos». (Chaucer) En otras ocasiones comparó al viejo adulador que daba por descontado que el rey era un hombre ordinario que actuaba extraordinariamente, con el adulador de hoy que da por descontado que es un hombre extraordinario y que, por eso, incluso las cosas ordinarias a su... Leer más
En comentarios generales a las obras de Chesterton han salido menciones de los rasgos del tirano —que un tirano es siempre un traidor (The Apostle and the Wild Ducks)—, y de las diferencias entre los tiranos de antes y los de hoy —que los antiguos, al menos, nunca tuvieron insolencia suficiente para predicar a quienes oprimían, tal como hacen los actuales (Herejes)—. Otras veces habló del «tirano que es un anarquista para los que están encima pero un autoritario para los que están debajo» (Autobiografía), y de que si «los viejos tiranos invocaban al pasado; los nuevos tiranos invocarán al futuro» (Lo que está mal en el mundo). Se refirió al mal, propio de la aristocracia pero ahora mucho más extendido, de colocar las cosas «en manos de una clase de personas que... Leer más
En Algunos sumandos de la crisis cité a Chéjov para señalar el daño que causa la mentalidad de partido en el mundo literario, algo que podemos aplicar también al daño que causa en la vida política y en las relaciones sociales. En relación a esta cuestión, Chesterton habló muchas veces de que vivimos en un simulacro de democracia pues al ciudadano normal nunca se le permite nada más que elegir entre una política y otra: puede decidir sólo cómo votará y no qué cosas vota. Esto se debe a que la clase poderosa que nos gobierna —la que mueve los hilos de los políticos marionetas— elige dos cursos de acción, ambos seguros para ella, y parece conceder a la gente la satisfacción de poder elegir un rumbo u otro: es como el amo que toma dos cosas que no le importaría... Leer más
Decía Chesterton en El Camino de la Cruz que si la Pasión y Muerte de Jesucristo no fue un accidente sino «la agonía divina que exigía la restauración del mundo, entonces no es en modo alguno ilógico que tal lamento (y tal júbilo) dure hasta el final de los tiempos». Y continuaba: «El escéptico, que es también el sentimental, se enreda en este juego de argumentaciones. Se limita a decir que si la Pasión fue lo que él cree que fue, estamos muy equivocados al tratarla como pensamos que fue. Ciertamente, si Cristo no poseyera la esencia de la omnipotencia, no tendría sentido señalar la paradoja de su impotencia. Pero no estamos dispuestos a admitir nuestro error, sencillamente porque nuestra versión de la historia es la única que tiene sentido. Es totalmente cierto que ha... Leer más
No es un descubrimiento decir que nuestros gobernantes se comportan estúpidamente muchas veces. Tampoco lo es que muchas veces hacen algo sólo para decir que hacen algo, un modo de actuar que, como ahora mismo vemos, resulta trágico en situaciones de crisis pues «los náufragos no se salvan por hacer algo sino por hacer lo correcto» («Thinking about Europe», The End of Armistice). En fin, decía Chesterton, lo cierto es que «las relaciones políticas y sociales están complicadas por encima de toda esperanza. Son mucho más complicadas que cualquier página de metafísica medieval; la única diferencia está en que los hombres de la Edad Media podían desenredar la maraña y seguir las complicaciones; y los hombres modernos no pueden. En nuestros días, las cosas más... Leer más
En Algunos sumandos de la crisis recordé algunas citas que hablan de los errores de la gente supuestamente lista. A ellas se podría añadir esta otra de Chesterton: «Cualquiera podría adivinar de antemano que los ignorantes cometerían disparates. Lo que nadie pudo adivinar, lo que nadie siquiera pudo soñar en una pesadilla, lo que ninguna imaginación morbosa pudo atreverse jamás a imaginar, fueron los errores de la gente culta. Es verdad, en cierto modo, que la chusma siempre ha sido dirigida por hombres más cultos. Es más verdad, desde cualquier punto de vista, que siempre ha sido muy mal dirigida por los hombres cultos. Es muy fácil decir que el hombre culto debe ser la guía, el filósofo y el amigo de la chusma. Desgraciadamente, casi siempre ha sido un guía... Leer más
Como es sabido (o como algunos saben) Alicia en el país de las maravillas y Alicia a través del espejo tienen muchas cargas de profundidad contra los comportamientos políticos habituales: Lewis Carroll pensó algunos personajes y escenas a partir de la vida política de su tiempo y John Tenniel le secundó con sus ilustraciones. Y es que la política es un mundo donde abundan quienes creen, y quieren hacernos tragar, que con el lenguaje se transforma la realidad (y hablan de economía sostenible y cosas así mientras los sueldos de los demás bajan y los suyos suben). Chesterton recurrió a veces al mundo del nonsense para criticar a los políticos y, por ejemplo, tomando pie del comentario de un contemporáneo suyo, escribía: «Decir que “podemos no comprender las... Leer más
Un texto como el de Leyes educativas muestra bien el tipo de político iluminado y de mente totalitaria que se cree con derecho a modelar las vidas ajenas. En el de La decencia de los antiguos sacrificios humanos se aprecia cómo algunos comportamientos de los gobernantes del pasado que deploramos pueden verse como mejores que algunos propios de hoy que ignoran derechos elementales de las personas. Siguiendo este modo de argumentar, de comparar el pasado con el presente, Chesterton señala que, durante la Edad Media, los gobernantes consideraban la posibilidad de arrepentirse y, en consecuencia, podían decidir abandonar el cargo y pasar los años finales de su vida en un monasterio reconociendo el daño que hicieron y, mal que bien, reparando por él. Entre los políticos truhanes que... Leer más
No es nuevo que haya ladrones que entran en la política y políticos que se convierten en una banda de ladrones, aunque tengamos la impresión de que cada vez haya más. Tiempo atrás ya puse un texto de Chesterton al respecto titulado Yo también elegiría la piratería. En la misma línea va una escena de El hombre que sabía demasiado en la que un policía le dice al protagonista: «Si es usted un chantajista, le prometo que irá a la cárcel», y él le contesta: «Los chantajistas no van siempre a la cárcel. A veces van al Parlamento». En otras ocasiones habló del secretismo y la hipocresía de los políticos modernos. Ya me referí a las contundentes afirmaciones que hace en «El busilis de la yedra» (Enormes minucias). Vuelve a lo mismo cuando comenta una obra teatral en la... Leer más
Hay quienes cogen algo natural, lo pintan de mala manera y lo desfiguran con añadidos artificiales, y después se quejan de que es algo antinatural y lo tiran. Al principio aceptan las alteraciones como mejoras, y al final cada supuesta mejora sirve para mostrar que la cosa no debería ser alterada sino abolida. Esto es lo que algunos hacen con las Navidades: primero las vulgarizan y luego las denuncian por vulgares, primero las hacen comerciales y luego desean suprimir la Navidad pero conservar el comercio. No es extraño que quienes comprenden el cristianismo como si fuera una especie de combinación «del optimismo carente de fundamento de un ateo americano con el pacifismo de un hinduísmo amable», vean el espíritu de la Navidad como si fuera esparcir acebo y... Leer más
A propósito de la blogocampaña contra la pornografía infantil, una buenísima idea, el año pasado puse dos notas que titulé Infanticidios y Una sociedad sin honor. Siguiendo el argumento de que comportamientos tan deplorables no pueden sino proliferar más de la cuenta en unas sociedades donde algunas leyes no sólo permiten sino que incluso promueven cosas mucho peores, recurro de nuevo a Chesterton para señalar que algunos sacrificios humanos de viejas culturas, y algunas ejecuciones públicas de antiguos regímenes despóticos, trataban a los hombres con mucha más decencia y dignidad que prácticas de nuestro tiempo como el aborto, la eutanasia o la experimentación con seres humanos. Basta pensar que, al menos, los sacrificios humanos eran humanos pues quienes los... Leer más
Chesterton: «Las divisiones del tiempo han sido dispuestas de manera que podamos sufrir un sobresalto o sorpresa cada vez que algo se reanuda. . Es tener nueva alma y nueva nariz, pies nuevos, nueva espina dorsal, ojos nuevos, oídos nuevos. Es mirar por un instante una tierra imposible. Es que nos resulte de todo punto asombroso que el pasto sea verde en lugar de tener un razonable color púrpura. Es que nos parezca casi incomprensible que haya árboles verticales que broten de una tierra redonda en lugar de tierras redondas que broten de árboles verticales. El fin de las frías y duras definiciones del tiempo es prácticamente el mismo que el de las duras y frías definiciones de la teología: despertar a los hombres. Si un hombre cualquiera no fuese capaz de adoptar resoluciones de... Leer más
Dice Chesterton que, más o menos, todo el mundo conoce la historia de Herodes y la matanza de los Inocentes, pero no todos perciben en ella «la sombra de un gran fantasma gris por encima de su hombro» y no todos se dan cuenta de que aquella fue la manera en que los demonios celebraron a su modo la primera fiesta de Navidad. Y sigue: «A menos que entendamos la presencia de ese enemigo, no sólo perderemos el elemento clave del cristianismo, sino también de la Navidad. La Navidad en el cristianismo se ha convertido en algo que, en cierto sentido, es muy simple. Pero como todas las verdades de esa tradición es, en otro sentido, algo muy complejo. No se trata de una única nota, sino del sonido simultáneo de muchas notas: la humildad, la alegría, la gratitud, el temor... Leer más
Chesterton: «No es más inevitable relacionar a Dios con un niño que relacionar la fuerza de la gravedad con un gato. Ha sido creada en nuestras mentes por la Navidad porque somos cristianos, porque somos psicológicamente cristianos aun cuando no lo seamos en un plano teológico. En otras palabras, esta combinación de ideas, en frase muy discutida, ha alterado la naturaleza humana. Realmente hay una diferencia entre el hombre que la conoce y el que no. Puede que no sea una diferencia de valor moral, pues el musulmán o el judío pueden ser más dignos según sus luces, pero es un hecho patente acerca del cruce de dos luces particulares: la conjunción de dos estrellas en nuestro horóscopo particular. La omnipotencia y la indefensión, la divinidad y la infancia, forman... Leer más
Comenta Chesterton que las calles en las que vivimos son «abigarradas, de rayas, de puntos, moteadas y a retales como una colcha», pero en ellas «los colores se presentan mal conectados, en una escala equivocada y, por encima de todo, por motivos equivocados». Y, para explicar esto propone comparar las «gigantescas trivialidades que hay en los anuncios publicitarios con esas minúsculas y tremendas pinturas en las que los medievales registraban sus sueños; pequeñas pinturas donde el cielo azul es algo mayor que un único zafiro y los fuegos del infierno sólo una manchita pigmea de oro. La diferencia aquí no es únicamente que el arte del cartelismo sea por naturaleza más rápido que los manuscritos iluminados; no es siquiera que el artista estuviera sirviendo a Dios, mientras... Leer más
Explica Chesterton que un truco propio de la literatura sentimental es el de describir detalles tales como el de los ojos de la chica la primera vez que él la vio (a una distancia enorme, por cierto), el de mencionar el encanto de rasgos que nadie sabe muy bien qué significan como «el andar ligero»... Sin embargo, los grandes escritores actúan de otra manera: «Dante, al ver a su dama en las alturas, se sintió como un monstruo legendario que, al probar una comida extraña, se había convertido en un dios. Y Homero, que se contentó con dejarnos escuchar las quejas de los troyanos contra la causa de la guerra de Troya, y después el gran silencio, lleno de luz y comprensión, que se abatió sobre ellos cuando Helena se asomó a la muralla». G. K. Chesterton.... Leer más
Viene a decir Chesterton en Ortodoxia que hay diferentes actitudes ante los milagros. Los creyentes los aceptan porque se ven obligados debido a las evidencias: ahí están las pruebas que la Iglesia pide para llevar adelante un proceso de canonización. Los descreídos los niegan porque se lo pide la fe que tienen en que no existen. Sorprendentemente, los segundos se tienen por tolerantes y consideran dogmáticos a los primeros. Los creyentes los pueden experimentar porque tienen fe. Los descreídos rechazan que la fe sea necesaria. Pero, dice Chesterton, «es tan anticientífico como antifilosófico el sorprenderse de que ciertas manifestaciones simpáticas no se produzcan en una atmósfera impropia y antipática. Es como si esperara yo la hora más luminosa del día para ver... Leer más
«El plantear preguntas es ya el deporte aristocrático de moda que nos ha llevado a la mayoría a la bancarrota. El signo de los tiempos es un signo de interrogación. Y la conclusión final es muy sencilla: ningún filósofo escéptico es capaz de plantear ninguna pregunta que no pueda preguntarse también un niño fatigado una calurosa tarde de verano. “¿Soy un niño? ¿Por qué soy un niño? ¿Por qué no soy una silla?” Un niño puede hacer esta clase de preguntas durante dos horas. Y los filósofos de la Europa protestante llevan planteándoselas doscientos años». Bien, cuando leí esto a Chesterton en «Shaw, el filósofo», artículo contenido en Correr tras el propio sombrero, recordé ¿Hay alguien ahí? (Hallo? Er det noen her?, 1996), de Jostein Gaarder, pues en su... Leer más
Chesterton: «Durante siglos la religión ha tratado de hacer que la gente se regocijara ante las “maravillas” de la creación, pero ha olvidado que nada puede ser completamente maravilloso mientras siga siendo sensato. Mientras veamos un árbol como un objeto obvio, creado natural y razonablemente para servir de alimento a las jirafas, no podemos nunca maravillarnos ante él. Sólo cuando lo consideramos una prodigiosa ola viviente que se eleva desde el suelo hasta el cielo sin ninguna razón particular, nos quitaremos el sombrero para perplejidad del guarda del parque. En realidad, todo tiene un lado oculto, como la luna, la protectora del absurdo. Visto desde el otro lado, un pájaro es como una flor que ha logrado romper la cadena del tallo, un hombre un cuadrúpedo que pide algo... Leer más