Textos, de Nicolás Gómez Dávila, recoge sus únicos textos largos publicados, aunque no entregados por él a la imprenta, y que, supuestamente, y al menos parcialmente, son el texto implicito al que se refieren sus Escolios. Aunque esta última sea su obra importante, en las páginas de Textos explicita de otro modo algunas de sus ideas, con lenguaje rico y singular. Me gustaría saber mejor sus fuentes aparte de las que a veces, muy pocas, señala él mismo. Ya se ve que no es fácil cuando formula como ideal, en los escolios, que «no recurrir a fuentes de segunda mano es la definición correcta de scholarship», o cuando indica que «la erudición no consiste en aducir infinidad de referencias, sino en obligar al lector a sentir que podríamos hacerlo».
He aquí algunos párrafos de Textos:
—«Sin duda los lugares comunes enuncian proposiciones triviales, pero desdeñarlos como meros tópicos es confundir las soluciones insuficientes que proponen con las interrogaciones auténticas que incansablemente reiteran. Los lugares comunes no formulan las verdades de cualquiera, sino los problemas de todos».
—«Tanto capitalismo y comunismo, como sus formas híbridas, vergonzantes, o larvadas, tienden, por caminos distintos, hacia una meta semejante. Sus partidarios proponen técnicas disímiles, pero acatan los mismos valores. Las soluciones los dividen, las ambiciones los hermanan. Métodos rivales para la consecución de un fin idéntico. Maquinarias diversas al servicio de igual empeño». (Véanse las ideas acerca del Gran Negocio y el Gran Gobierno que salen en Todos mareados).
—«Todo acto se inscribe en una multitud simultánea de contextos; pero un contexto unívoco, inmoto, y último, los circunscribe a todos. Una noción de Dios, explícita o tácita, es el contexto final que los ordena. (…) Ninguna situación concreta es analizable, sin residuos, o dilucidable, coherentemente, mientras no se determine el tipo de fallo teológico de la estructura». (Una frase del Cardenal Manning que impresionó y guió a un joven Hilaire Belloc fue la de que todo conflicto humano, al fin, es teológico).
—«La cultura, en efecto, es el conjunto de actividades encauzadas hacia sí mismas como meta. La cultura es omisión o negligencia de la meta propia a cada actividad, y la atribución substitutiva de la actividad como propia meta de sí misma. La cultura religiosa no es ocupación con lo sagrado, sino como la religión; la cultura filosófica no es preocupación de la verdad, sino de la filosofía. La cultura estética no es creación, sino información y culto».
—«Los hombres llamados prácticos no son, necesariamente, hombres capaces de acciones eficaces, sino hombres incapaces de consideraciones teóricas. (…) Nadie recuerda las catástrofes que el hombre práctico desata, porque ninguna teoría las apadrina». (Véase Gobernantes que añaden confusión a la confusión)
Nicolás Gómez Dávila. Textos (1954, 1959; y un texto póstumo de 1995). Girona: Atalanta, 2010; 160 pp.; ISBN: 978-84-937247-7-1.