Confección de aventuras fantásticas (1)

Aventuras fantásticas juvenilesAventuras fantásticas juveniles
 

Algunas condiciones formales de la confección de muchas aventuras fantásticas de hoy son:

—Sentido narrativo. Se trata de darle a la trama una estructura que se apoya en personajes con gancho, y luego llevar a buen paso al lector y no perderlo, no dejarle pensar mucho pero a la vez ser claro.

—Alarde imaginativo. El reto es inventarse paisajes y seres singulares, y describirlos luego hasta en sus más mínimos detalles. Es como si los autores quisieran demostrar que son capaces de hacer más o menos creíbles los seres y lugares más asombrosos. Eso sí, como no hay forma de mantener esto, llega un momento en que sólo se puede recurrir al adjetivo más común: era un paisaje bellísimo, por ejemplo, y que cada uno imagine lo que pueda.

—Sentimientos en conflicto. Con frecuencia son confusos y los choques no están bien resueltos, aunque cualquiera reconozca que no hay experiencia que sirva para orientarse en medio de continuas situaciones-límite tan extravagantes.

—Construcción cinematográfica. Es necesario conectar con el lector joven (y no perder de vista la futura posible película). Han de abundar los diálogos rápidos y las descripciones visuales. Debe haber peleas espectaculares donde sucederán cosas imposibles que ya los efectos especiales nos mostrarán en toda su riqueza. No han de faltar episodios con el clásico suspense de saber si los héroes llegarán o no a tiempo… (Por eso, entre los escritores de libros infantiles hay cada vez más que son o que fueron guionistas de series de televisión.)

—Extensión. Escribir con prisa significa no tener tiempo para podar y pulir, y eso implica longitud. Las cosas se pueden ver de otro modo también: algunas tareas son una innecesaria pérdida de tiempo cuando uno no aspira a pasar a la historia de la literatura y esta es su ocupación porque de alguna forma hay que ganarse la vida.

—Secuelas. Esto es como una maldición. Autores que podrían escribir buenas novelas se ven atrapados por la espiral en la que han entrado: cumplir plazos o el deseo de triunfar y ganar dinero. Libros que podrían ser buenos están mal terminados y además la historia sigue y sigue, contando con que muchos lectores no leen libros sino personajes.

8 febrero, 2006
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