Otro libro más acerca del alfabeto de la gratitud, que leí hace tiempo, es Joana, del poeta catalán Joan Margarit. En poemas que conmueven a cualquiera, también a los que como yo sabemos tan poco de poesía, el autor vuelca sus sentimientos después del fallecimiento de su hija Joana: «Deficiente, y andabas con muletas: / nunca hubo para mí muchacha más hermosa».
En la introducción, el autor explica los rasgos de su hija, una persona «incapaz de rencor, de orgullo, de cualquiera de las más ínfimas señales de la maldad». Indica también qué significó para él ser su padre: cómo, al «estar siempre junto a lo más delicado y bondadoso que puede ofrecer la vida», obtuvo un enriquecimiento enorme pues lo que le ofrecía Joana era tanto que llegó un momento en el que ya no era capaz de decir quién cuidaba a quién.
Los poemas podrían llamarse narrativos pues recogen detalles de la vida cotidiana, y tienen por eso la capacidad de llegar a cualquier lector con un mínimo de sensibilidad. Revelan cómo una enferma como Joana puede hacer mejores a quienes tiene alrededor, aunque también eso sea una consecuencia de la categoría humana de sus padres y de personas como su cuidadora «Mari que, embarazada, / se negó a someterse a prueba alguna / porque a ella jamás le preocupó / dar a luz a una niña como tú».
Y es curioso que, aunque los acentos del autor son un tanto desesperanzados, pues se ve separado de su hija por «el abismo del nunca más», el lector (o un lector como yo, al menos) puede acabar la lectura de sus poemas con una sensación completamente distinta: un amor así es un definitivo, y no un fugaz, «triunfo sobre el nunca más».
Joan Margarit. Joana (2002). Madrid: Hiperión, 2008, 2ª impr.; 117 pp.; col. Poesía Hiperion; ISBN 10: 84-7517-721-2.