Soy un gato, de Natsume Soseki, es una prolija novela japonesa, una sátira de la llamada época Meiji, donde se mezclan ideas japonesas y occidentales. Su autor, que había vivido varios años en Inglaterra, logró su primer éxito con esta novela, deudora de relatos europeos con un narrador animal que ofrece su perspectiva de lo que ve.
Un presuntuoso y distante gato sin nombre cuenta la vida de la familia de clase media en cuya casa vive. Su amo es un maestro llamado Kushami. Quienes le visitan con más frecuencia son el irritante bromista Meitei y el doctorando Kangetsu. El gato también incursiona en las casas vecinas, donde tiene relación con otros gatos y se entera de otras vidas. Los once capítulos son episodios más o menos independientes aunque un cierto hilo conductor es el posible compromiso matrimonial de Kangetsu con una chica vecina.
Buena parte del libro contiene conversaciones extensas, entre los personajes humanos, sobre temas variados: muchos lectores confirmarán la opinión, que da el gato varias veces, de que son «insoportablemente aburridas» (por si alguien no tuviera claro el concepto, esto es lo que significa, novelísticamente hablando, harakiri). Abundan las observaciones irónicas del narrador acerca de algunos comportamientos humanos, aunque no son especialmente incisivas y suelen aportar poco: por ejemplo, dirá que, en su opinión, «no hay costumbre más indecente entre los humanos que dormir con la boca abierta». Los hallazgos sabios del gato tampoco son deslumbrantes: «descubro ahora lo ajustado que es ese adagio que asegura que lo que tiene que ser será». La descripción de la vida gatuna del narrador es más simpática pero también resulta poco atractiva.
En fin, dejando de lado el interés histórico y costumbrista de la novela, y señalando que seguramente la traducción no puede captar muchos matices de lenguaje, tal vez lo más jugoso sean algunas observaciones comparativas entre la mentalidad japonesa y la occidental, por ejemplo, a la hora de abordar los problemas generacionales: más activa, y por tanto más frustrante, la occidental, más pasiva y paciente, o fatalista, la japonesa.
Natsume Soseki. Soy un gato (Wagahai wa neko de aru, 1905). Madrid: Impedimenta, 2010; 656 pp.; trad. de Yoko Ogihara y Fernando Cordobés; ISBN 13: 978-84-937601-5-1.