Un autor al que debemos las novelas de aventuras tal como las conocemos hoy: Walter Scott. Su poder se nota en que, a pesar de sus deficiencias y del paso del tiempo, muchos siguen —seguimos— disfrutando igual de su estilo entusiasta y de la poderosa elocuencia de sus personajes, un don que, decía Chesterton, distribuía siempre con imparcialidad: Scott negará el triunfo al malvado pero lo tratará seriamente y le dejará decir lo que desea decir.
28 marzo, 2008