Cinder, de Marissa Meyer, el primer libro de una serie de ciencia-ficción juvenil llamada Crónicas lunares, me ha parecido el mejor relato de este tipo de todos los que he leído en los últimos tiempos. No lo hubiera dicho a la vista de la cubierta que tiene, ni de la colección en la que va, ni del subgénero en el que se encuadra.
Es una historia que sigue de cerca el argumento de Cenicienta, como se podría esperar. Su protagonista, Cinder, diecisiete años, es una cyborg (¿o ciborg?) —tiene una pierna y una mano biónicas y más conexiones cerebrales artificiales que le dan capacidades especiales—, y trabaja como mecánica en una Nueva Pekín abigarrada, capital de la Comunidad Oriental. Está adoptada por una mujer con dos hijas que, no hay que decirlo, la explota. Un día se presenta en su puesto de venta en el mercado un encapuchado que resulta ser el príncipe Kai: desea que le repare su androide favorito. Aprendemos en ese momento que la humanidad está amenazada por una peste mortal que, cuando se declara, obliga a ingresar inmediatamente al enfermo y a declarar en cuarentena a quienes han estado en contacto con él. Hecho este planteamiento de las cosas, luego sabremos que la malvada reina Lunar, Levana, desea casarse con Kai y ser así también la emperatriz de la Comunidad Oriental, aunque toda la Tierra lo teme, pues es conocida su falsedad. Y, a todo esto, parece ser que Levana mató, hace años, a una princesa que sería la verdadera heredera de su reino.
La narración es excelente. No hay ningún alarde descriptivo ni las típicas peleas complejas, de las que han sido pensadas para ser filmadas, y todo está centrado en los dilemas a los que se van enfrentando Cinder —una heroína que asombra por sus habilidades ingenieriles e informáticas— y Kai —un heredero agobiado por los problemas que se le vienen encima—. La convivencia entre seres humanos, cyborgs y androides es divertida y se presenta de modo convincente. Las extraordinarias capacidades de la protagonista —al margen de otras cuestiones que se sabrán a su tiempo— no causan extrañeza excesiva —por ejemplo, al ver la referencia de un aparato se conecta mentalmente con la red, se descarga el manual y ya sabe cómo actuar—. Los comportamientos de los personajes encajan bien, los dilemas éticos que se les presentan entran dentro de lo comprensible (al menos para cyborgs y androides y demás), y los sistemas de gobierno y la organización sociopolítica de fondo los puede comprender cualquiera. Por otra parte, los paralelismos con el cuento clásico funcionan muy bien.
Marissa Meyer. Cinder (2012). Barcelona: Montena, 2012; 427 pp.; col. Crónicas lunares, libro 1; trad. de Laura Martín de Dios; ISBN: 978-84-8441-869-6. [Vista del libro en amazon.es]