Porteros dignos de confianza

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Marcel Reich-Ranicki: «Los críticos, observaba Heine no sin cierta gracia, son como los lacayos apostados ante las puertas de la sala de baile de una corte: pueden rechazar a las personas no autorizadas y dejar pasar a otras, pero ellos mismos, los porteros, no tienen derecho a entrar. Suena despectivo y demuestra, posiblemente cierta complacencia en la desgracia ajena. Sin embargo, este comentario ingenioso da en el clavo con gran precisión.

De hecho, nosotros, los críticos, somos servidores de la literatura y, al igual que esos porteros, debemos introducir un poco de orden y procurar sobre todo que los charlatanes y los incapacitados sean rechazados ya desde la entrada, para que los buenos bailarines tengan siempre espacio en la sala. Nosotros mismos no participamos en el baile, a no ser en calidad de observadores situados de algún modo en los márgenes o, incluso, cerca de la puerta. Y eso está bien, pues resulta difícil compaginar ambas cosas: bailar y vigilar la entrada. Quien brilla en el salón no tiene por qué ser un portero digno de confianza. En otras palabras, los novelistas o los poetas líricos con frecuencia decepcionan cuando actúan como críticos, y no precisamente porque carezcan de la capacidad de que disponen los profesionales de la crítica, sino porque, al estar mediatizados por sus concepciones poéticas, son incapaces de valorar debidamente al colega que busca otro camino. Su visión de la literatura resulta ser a veces una justificación consciente o inconsciente, directa o indirecta, de su propia producción».

Marcel Reich-Ranicki. Los abogados de la literatura (Die AnwAlte der Literatur, 1994). Barcelona: Círculo de Lectores: Galaxia Gutenberg, 2006; 490 pp.; trad. de José Luis Gil Aristu; ISBN: 84-672-1737-5 (Círculo de Lectores), 84-8109-606-7 (Galaxia Gutenberg).

8 marzo, 2014
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