A propósito del libro citado ayer hay un chiste académico que se puede aplicar al exceso de análisis que, a veces, sufren los cuentos de hadas. Es el del investigador que, después de toda una vida trabajando sobre La Iliada y La Odisea, va y descubre que su autor no fue Homero sino un griego que vivió en la misma época y ciudad y que, casualmente, se llamaba igual.
25 abril, 2007