Hay quienes me han preguntado sobre Cielo abajo, de Fernando Marías, reciente Premio Nacional de literatura infantil y juvenil. No puedo hacer un comentario completo porque cuando la leí, hace unos meses, la dejé hacia la página veinte. El motivo: me pareció que abundaban las frases destinadas a dar un barniz grandilocuente-literario a la historia. Dos frasecillas que anoté porque me rechinaron fueron estas: «se abatió sobre mí una repentina oleada de cansancio»; «estaba en el epicentro del aniversario de ese hecho, nimio para mí y tal vez trascendental en la vida de quien lo escribió» (ambas son de las que se pueden dejar caer en cualquier conversación de comedor a ver qué caras ponen los de alrededor). Por otra parte, resulta obvio que ganar hoy y aquí un Premio Nacional de Literatura infantil y juvenil sólo es posible con una determinada opinión sobre quienes fueron los buenos y quienes los malos de la guerra civil. Total, una vez más me afianzo en lo que dije meses atrás acerca de los premios literarios institucionales: que desaparezcan. Sí, sí, ya sé que alguna vez lo gana quien lo merece, y me alegro por él o ella, pero esa clase de premios, como tales, están hundidos en el descrédito desde hace mucho.
Fernando Marías. Cielo abajo (2005). Madrid: Anaya, 2005; 209 pp.; col. Espacio abierto; ISBN: 84-667-4568-8.