No jueces sino testigos

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No jueces sino testigos

A quienes esperan de un narrador más de lo que debe dar, Chéjov les dice:

«Me parece que no corresponde a los literatos resolver problemas como el de Dios, el pesimismo, etc. La tarea del narrador consiste únicamente en retratar a quienes han hablado o meditado sobre Dios o sobre el pesimismo, así como el modo y las circunstancias en que lo han hecho. El artista no debe convertirse en juez de sus personajes ni de sus palabras, sino en un testigo desapasionado. Si escucho un discurso incoherente y deslavazado de dos rusos sobre el pesimismo, debo referirlo en la misma forma en que lo he oído; emitir un juicio es cosa del jurado, es decir, de los lectores. Lo único que necesito es tener el talento necesario para distinguir las opiniones importantes de las que no lo son, saber presentar a los personajes y hablar con sus propias palabras».

En relación a lo mismo, tanto para el trabajo del escritor como para el del lector, afirma Flannery O’Connor:

«El arte nunca responde a los deseos de democratización: no es para todo el mundo, sino sólo para quienes están dispuestos a realizar el esfuerzo que su comprensión requiere. Se habla mucho de la humildad que se necesita para rebajarse, pero se necesita idéntica humildad y un auténtico amor a la verdad para elevarse y alcanzar nuevas cotas tras un ímprobo trabajo».

Antón Chéjov. Sin trama y sin final: 99 consejos para escritores (Senza trama e senza finale: 99 consegli di escritura, 2002) . Barcelona: Alba, 2005; 103 pp.; col. Alba clásica; edición de Piero Brunello; trad. de Víctor Gallego Ballestero; ISBN: 84-8428-253-8. [Vista del libro en amazon.es]
Flannery O’Connor. Misterio y Maneras (Mystery and Manners, 1969). Madrid: Encuentro, 2007; 236 pp.; col. Literatura; edición de Guadalupe Arbona, trad. y notas de Esther Navío; ISBN: 978-84-7490-894-7. [Vista del libro en amazon.es]

 

3 mayo, 2009
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