La aventura es, por su naturaleza, algo que nos llega desde fuera, algo que nos elige y no algo que nosotros elegimos, dice Chesterton. Por eso, sigue, la gran aventura es haber nacido, momento en el que «estamos repentinamente en una espléndida y sorprendente trampa. Vemos algo que no habíamos soñado. Nuestros padres nos vigilan y nos acechan como bandidos tras un matorral. Nuestro tío no sale de su sorpresa. Nuestra tía está que no cabe en sí de gozo. Cuando entramos en la familia, por el hecho de haber nacido, entramos en un mundo que tiene extrañas leyes, en un mundo que puede pasarse sin nosotros, en un mundo que nosotros no hemos hecho. En otras palabras, cuando entramos en la familia entramos en un cuento de hadas».
G. K. Chesterton. En «Ciertos modernos escritores y la institución de la familia», capítulo XIV de Herejes.