Henri J. M. Nouwen, sacerdote y profesor en universidades norteamericanas, se trasladó en los últimos años de su vida a El Arca, Daybreak, Toronto, una institución que cuida enfermos mentales. Su libro titulado El regreso del hijo pródigo – Meditaciones ante un cuadro de Rembrandt tuvo y sigue teniendo una extraordinaria difusión, que revela que su autor ha sabido tocar las fibras más profundas de muchas personas. Las consideraciones del autor sobre la parábola original y sobre el cuadro de Rembrandt se entrecruzan con reflexiones sobre su propia vida y sobre la vida del pintor. Este juego de espejos resulta muy luminoso: el autor se reconoce a sí mismo e induce al lector a verse también como un hijo pródigo, que siempre necesita aprender a volver; y como un hijo mayor resentido, cuyo extravío puede ser «tan difícil de reconocer precisamente porque está estrechamente ligado al deseo de ser bueno y virtuoso». Pero, sobre todo, el desarrollo que realiza el autor clarifica la imagen de Dios como Padre y el carácter incondicional de su perdón, que procede de una misericordia que no hace comparaciones y que «surge de un corazón que no reclama nada para sí, de un corazón que está completamente vacío de egoísmo». La verdadera madurez espiritual, propone el autor, consiste precisamente en ese comportamiento paterno cuya autoridad nada tiene que ver con el poder, la influencia o el control.
Henri J. M. Nouwen. El regreso del hijo pródigo – Meditaciones ante un cuadro de Rembrandt (The Return of the Prodigal Son, 1992). Madrid: PPC, 1998, 27ª ed., la primera ed. en 1994; 157 pp.; col. Sauce; trad. de Isabel García de Alzuru; ISBN: 84-288-1151-2.