Brujas que nos persiguen

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Brujas que nos persiguen

Para ilustrar si hay algún criterio que nos permita distinguir lo real de lo irreal, el filósofo alemán Robert Spaemann cuenta una pequeña historia:

«Cuando yo tenía cinco años me vi perseguido por una bruja durante el sueño. Ella corría detrás de mí por una calle del pueblo y yo corría para salvar mi vida. La distancia se iba acortando cada vez más. De repente se me ocurrió algo que mi madre me había dicho: las brujas no existen. Mi madre decía siempre la verdad. Por lo tanto, la creía más a ella que a las apariencias. Y mi conclusión fue que la bruja tenía que ser un sueño. Solamente se trataba de despertar antes de que la bruja, cuyo aliento ya sentía, me agarrara. Confiando en la palabra de mi madre empecé a dar vueltas de un lado a otro hasta que desperté».

Y Spaemann concluye: «Mi modo de actuar no respondió a ningún criterio empírico que pusiera de manifiesto que la bruja era irreal. Más bien se trató de un acto de fe que me hizo arriesgarme a tenerla por irreal».

Robert Spaeman. Texto (algo corregido) tomado de una conferencia titulada Realidad como antropomorfismo (Wirklichkeit als Anthropomorphism, 2000), contenida en Ética, política y cristianismo (2007). Madrid: Palabra, 2007; 299 pp.; col. Biblioteca Palabra; ed. de José María Barrio, trad. de José María Barrio y Ricardo Barrio; ISBN: 978-84-9480-106-6.

 

28 septiembre, 2008
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