
Si alguien piensa que a finales del siglo XIX y principios del XX sólo había relatos de niños desgraciados a los que un vuelco de fortuna, junto con su buen carácter, les cambiaba la vida, le interesará leer Pelo de Zanahoria, de Jules Renard. Entre otras cosas, porque siempre viene bien librarse de los estereotipos.
18 diciembre, 2009