Vale la pena pararse a pensar, dice Zygmunt Bauman, que «si nuestros ancestros fueron formados y entrenados, sobre todo, como productores, a nosotros se nos forma y se nos entrena primero como consumidores y luego como todo lo demás. Los atributos que se consideran ventajas en un productor (la adquisición y retención de hábitos, lealtad a las costumbres establecidas, prontitud para demorar las gratificaciones, estabilidad de necesidades) se convierten en los vicios más impresionantes de un consumidor. Por mucho que siguieran existiendo o se convirtieran en normales, serían el toque de difuntos de la economía centrada en el consumidor».
En nuestro mundo, «las instituciones de “educación para toda la vida del consumidor” son innumerables y están en todas partes, comenzando por la avalancha televisiva cotidiana, el periódico y los anuncios en paredes y vallas, y pasando por montones de relucientes revistas “temáticas” que se disputan la publicidad del estilo de vida de los famosos que marcan tendencia, de los grandes maestros de las artes del consumo, y concluyendo en los vociferantes expertos/consejeros que ofrecen recetas último grito, estudiadas y probadas a conciencia en laboratorio para detectar y resolver “problemas vitales”».
Zygmunt Bauman. Identidad: conversaciones con Benedetto Vecchi (Identity: Conversations with Benedetto Vecchi, 2004). Madrid: Losada, 2005; 214 pp.; col. Filosofía; trad. de Daniel Sarasola; ISBN: 84-96375-20-X.