En Jugar el juego de las formas, una especie de memorias que Anthony Browne ha escrito con ayuda de su hijo, habla de su evolución como ilustrador y como autor de álbumes, de los recursos gráficos y compositivos que usa, de su talante al abordar sus álbumes y las ilustraciones para textos de otros (comenta en particular las ilustraciones que puso a En las nubes), y de más cosas.
Una de las conclusiones de conjunto es que, al igual que Maurice Sendak decía de sí mismo que había sido bendecido con el don de tener una memoria muy viva de su infancia, también Browne ha recibido el mismo regalo: sus álbumes recurren mucho a sus propias experiencias de la infancia y, luego, al hecho de haber vuelto a experimentar la infancia de nuevo a través de sus hijos.
Otra, que se aprecia según va señalando cómo, con cada álbum, va progresando e intentando nuevas cosas, es la coherencia de su obra, en parte gracias a la gran ayuda de la que fue su editora durante muchos años, Julia McRae —según afirma Browne, buena parte de la calidad de sus textos se debe a ella—, y gracias también a que, dice al final, «he tratado de resistir a la tentación de hacer tonterías fáciles y siempre intento producir libros en los que crea».
Anthony Browne y Joe Browne. Jugar el juego de las formas: una retrospectiva de la vida y obra del laureado creador de Willy (Playing the Shape Game, 2011). México: Fondo de Cultura Económica, 2011; 240 pp.; trad. de María Vinós; ISBN: 978-956-289-089-2.