En la nota Libertad y límites puse ya una cita de Chesterton acerca de su comprensión del Arte como Subcreación, esa idea que luego Tolkien desarrollaría tan bien en su conferencia «Sobre los cuentos de hadas». En otra ocasión lo dijo así: «Dios es quien puede hacer algo de la nada. El hombre (…) puede hacer algo de cualquier cosa. En otros términos, mientras que el gozo divino debe consistir en la creación sin límites, el gozo propio del hombre consiste en la creación limitada, en la combinación de la creación con los límites. El placer del hombre está en poseer medios, pero también en ser un poco poseído por ellos; en sentirse a medias controlado por la flauta que toca o por la tierra que cava» (Lo que está mal en el mundo). Más aún, una prueba excelente de la misteriosa singularidad del hombre la tenemos en el impulso artístico: el hombre es una criatura verdaderamente diferente de todas las demás porque es creador además de criatura (El hombre eterno).
También formuló muchas veces la idea que figura en El artista ama sus limitaciones. Una, cuando señaló que la «fructífera lucha con las limitaciones, cuando se refiere a algún ligero entretenimiento, recibe el nombre de arte» (Lo que está mal en el mundo). Otra, cuando afirmó que el arte consiste en limitación, es limitación; no consiste en dilatar, en ensanchar las cosas, sino en recortar las cosas: «Lo más artístico del arte teatral es el hecho de que el espectador lo mira todo a través de una ventana. (…) Esta forma fuerte, cuadrada, esa eliminación de todo lo demás, no es solamente una ayuda a la belleza: es lo esencial de la belleza. La parte más bella de todo cuadro es el marco». E incluso «una cosa puede comprobarse como exacta en el teatro de juguete: que al reducir la escala de los acontecimientos se pueden introducir acontecimientos mucho mayores», y que, como toda la historia del arte demuestra, «no se pueden representar ideas muy grandes sino en espacios muy pequeños» («El teatro de juguete», Enormes minucias). Muchos años después decía: «Durante toda mi vida me han maravillado los filos, y la línea de delimitación que reúne bruscamente una cosa junto a otra; toda mi vida me han encantado los marcos y los límites, y opino que el paisaje más grande y más salvaje parece mayor contemplado desde una ventana» (Autobiografía).