Algunos escolios de Nicolás Gómez Dávila sobre los libros del pasado.
Sobre los grandes libros:
—«Los grandes libros tienen cortesía de reyes magnánimos: acogen al lector como si fuese su igual.
El escritor mediocre trata de humillarnos para ocultar su baja posición».
—«El que no confronta su vida a través de los grandes textos la confronta a través de los tópicos de su tiempo.
Toda visión es conquista y no punto de partida; necesita, por lo tanto, aliados».
—«No es entre pequeños en donde nos sentimos grandes, es en la luz de los grandes en donde nos sentimos crecer».
—«Los máximos triunfos literarios son a veces combates de retaguardia».
(Jane Austen, v.g., o Proust)».
Sobre los viejos libros inteligentes:
—«El viejo libro inteligente no se torna nunca obsoleto, porque el nuevo libro inteligente sólo vuelve explícitas ideas que implícitamente englobaba el libro viejo.
La inteligencia es paisaje cuya iluminación varía, pero cuyo relieve no cambia».
—«Las grandes obras necesitan años para emerger del acervo de cadáveres literarios que las asfixian».
—«El tiempo destaca la desigualdad entre los libros con una implacable crueldad».
—«Leídos al cabo de decenios, los libros buenos pueden aburrir, pero los malos no divierten».
—«Mientras los contemporáneos sólo leen con entusiasmo al optimista, la posteridad relee con admiración al pesimista».
—«Sólo las letras antiguas curan la sarna moderna».
—«Sólo en los libros mismos de quienes las inventaron no envejecen las ideas».
Sobre la historia de la literatura:
—«Llamamos historia de la literatura la enumeración de las obras que se evadieron de la historia».
—«Al cabo de unos años, solo oímos la voz del que habló sin estridencias».
—«En las historias de la literatura no son los primeros capítulos los que se apergaminan con los años, sino los últimos».
—«Los colores fuertes, en literatura, se desvanecen con el tiempo; sólo los tonos pálidos son indelebles».