Cuenta Natalia Ginzburg en uno de sus ensayos que propuso a la editorial en la que trabajaba que se tradujese al italiano Juventud sin Dios, de Ödön von Horvath, aunque luego descubrió que los derechos los tenía ya otra editorial. Cuando lo leí recordé que no había incluido todavía ese libro aquí: su núcleo, la decisión de una persona de arrostrar las consecuencias de la verdad y, luego, las consecuencias que tiene su comportamiento en los demás, es tan actual hoy como entonces.
13 noviembre, 2009