Escritor colombiano. 1928-2014. Nació en Aracataca. Periodista unos años. Novelista. Premio Nobel 1982. Falleció en México D.F.
Relato de un náufragoBarcelona: Debolsillo, 2013; 176 pp.; col. Contemporánea; ISBN:978-8490323762. [
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En 1955 varios marineros de un destructor colombiano cayeron al mar en el Caribe cuando el barco estaba regresando de los Estados Unidos. Luis Alejandro Velasco, de 20 años, sobrevivió diez días en el mar y, cuando alcanzó la playa y fue descubierto contó lo sucedido al joven periodista Gabriel García Márquez que, pocas semanas después, publicó su narración por entregas en El espectador de Bogotá.
Narración en la que, como es lógico, no hay nada del realismo mágico que caracterizará obras posteriores del autor. En este caso, toda su sabiduría literaria está puesta al servicio de dar la voz al protagonista para que pueda contar lo sucedido precisa y sobriamente, y con un buen humor socarrón.
En unos casos, como al comienzo del capítulo 6, hará una magistral descripción de algo completamente anodino:
«Una balsa no tiene popa ni proa. Es cuadrada y a veces navega de lado, gira sobre sí misma imperceptiblemente, y como no hay puntos de referencia no se sabe si avanza o retrocede. El mar es igual por todos lados. A veces me acostaba en la parte posterior de la borda, en relación con el sentido en que avanzaba la balsa. Me cubría el rostro con la camisa. Cuando me incorporaba, la balsa había avanzado hacia donde yo me encontraba acostado. Entonces yo no sabía si la balsa había cambiado de dirección ni si había girado sobre sí misma. Algo semejante me ocurrió con el tiempo después del tercer día».
En otros, como al comienzo del capítulo 14, sabrá expresar irónicamente algunos pensamientos posteriores a su salvación:
«Nunca creí que un hombre se convirtiera en un héroe por estar diez días en una balsa soportando el hambre y la sed. Yo no podía hacer otra cosa. (…) De manera que el heroísmo, en mi caso, consiste exclusivamente en no haberme dejado morir de hambre y de sed durante diez días.
Yo no hice ningún esfuerzo por ser héroe. Todos mis esfuerzos fueron por salvarme. Pero como la salvación vino envuelta en una aureola, premiada con el título de héroe como un bombón con sorpresa, no me queda otro recurso que soportar la salvación, como había venido, con heroísmo y todo».
9 febrero, 2017