Escritora británica. 1922-2012. Nació en Longniddry, East Lothian, Escocia. Publicó su primer libro en 1962. Fue autora de varios libros premiados. Falleció en Inverness.
La fortalezaMadrid: SM, 1986, 2ª ed.; 229 pp.; col. Gran Angular; trad. de Guillermo Solana; ISBN: 84-348-1538-9.
Siglo I antes de Jesucristo. En la mayor de las islas del territorio de Ork, el Jabalí, vive Coll, un joven que se quedó cojo como consecuencia de una invasión que ocurrió cuando era niño. Coll, hijo adoptivo de Nectan, el jefe de la tribu, está enamorado de Fand, la hija menor de Nectan, a su vez enfrentado al druida Domnall. La llegada de un joven ambicioso, llamado Taran, altera los planes de Coll y la vida de la tribu. Entretanto, Coll diseña y finalmente dirige la construcción del primer broch, una nueva clase de fortificación.
Entre los siglos I antes de Cristo y I después de Cristo se construyeron en el norte de Escocia y en las próximas islas del archipiélago de las Orcadas, unas quinientas fortalezas llamadas broch, que todavía existen hoy. Su planificación las hacía inexpugnables a las invasiones periódicas de los romanos para buscar esclavos. Los broch carecen de paralelos y de antecedentes en el mundo. Con ellos, su inventor dotó a su pueblo de un medio para defenderse, resolviendo, entre otros, el problema de edificar una estructura muy elevada sin necesidad de andamios. Y, por lo que se ve, puso en marcha equipos de constructores que fueron de pueblo en pueblo y de isla en isla levantando nuevos broch.
Estos sugerentes datos son el punto de apoyo para la construcción de una novela histórica en la línea de las de Rosemary SUTCLIFF, aunque su calidad sea menor. Los personajes son atractivos y están bien dibujados: el inteligente Coll; Niall, el futuro jefe; Bran, el niño druida; Anu, la majestuosa mujer de Nectan, y sus hijas Clodha y Fand; el impresionante druida Domnall. Están logradas la reconstrucción de las antiguas costumbres, el clima de temor y expectación ante los romanos merodeadores, la atmósfera de conflicto con las tribus enemigas del Cuervo y del Ciervo. La novela pierde pie al conceder demasiado peso al aparato mágico-religioso, que contrasta mucho con el realismo de la narración: los personajes están dominados por su temor a los «misterios, runas, hechizos, encantos y cualquier otra forma de magia»; los druidas que «dominan ciertas fuerzas» y que «poseen la llave del Más Allá», son capaces de responder a una llamada realizada con el pensamiento o de inmovilizar brazos con una invocación…
23 mayo, 2013