L’ENGLE, Madeleine

L’ENGLE, MadeleineAutores
 

Escritora norteamericana. 1918-2007. Nació en Nueva York. Fue actriz de teatro. Publicó su primer libro en 1945 y luego fue autora de muchos libros para jóvenes, sobre todo a partir de Una arruga del tiempo, un libro muy premiado y con muchos seguidores. Falleció en Lichtfield, Connecticut.


Una arruga en el tiempo
Madrid: Alfaguara, 1992; 205 pp.; col. Juvenil Alfaguara, serie naranja; trad. de Héctor Silva; ISBN: 84-204-4074-4. Nueva edición en Barcelona: Océano Gran Travesía, 2017; 232 pp.; col. Novela juvenil; trad. de José Manuel Moreno; ISBN: 978-8494631580. [Vista del libro en amazon.es]

El padre de Meg, un científico prestigioso, lleva tiempo sin volver a su casa. Su madre, otra científica, no da explicaciones convincentes de su ausencia. Sus hermanos, los gemelos Sandy y Dennys, no parecen preocupados. En cambio, con quien Meg se entiende es con su hermano menor, Charlie Wallace, un chico calmoso que parece retrasado pero que en realidad es excepcionalmente inteligente: cuando comenzó a hablar, lo hizo «sin emplear la media lengua infantil, utilizando oraciones completas». Todo se desencadena cuando encuentran a tres ancianas misteriosas —las brujas Señora Qué, Señora Quién y Señora Cuál—, y cuando conocen a Calvin O´Keefe, un chico dos cursos superior a Meg.



Novela bien escrita que, por distintas razones, supuso una gran novedad, y dio lugar a que la escritora publicara luego más historias que continuaban las aventuras de los mismos personajes. Uno de los motivos de su impacto fue la mezcla singular de personajes propios de la fantasía y de conceptos y escenarios propios de la ciencia-ficción, así como el éxito que alcanzó la imagen de «teselar»: «Nosotras no viajamos a la velocidad de la luz —explicó la señora Qué—. Nosotras “teselamos”. Podrías decir que “arrugamos” el tiempo». Otro fueron los atractivos protagonistas, Charlie Wallace y, sobre todo, Meg Murry, tal vez la primera vez que una chica muy activa y con aficiones científicas ocupaba el centro de una historia juvenil de ciencia-ficción.

Pero, a los lectores no-norteamericanos les suele parecer ridículo el hecho de que Meg, cuando ha de luchar contra el malvado, que se personifica en ELLO, un poderoso y enorme cerebro, lo haga nada menos que recitando enérgicamente la Declaración de Independencia norteamericana: es un reproche fundado que lo más débil de una historia esté justo en su momento clave. Además, también resulta poco convincente y poco serio presentar unidos, como una especie de gran ejército de hombres que fueron «como antorchas para alumbrarnos el camino» en la lucha para que prevalezca el bien, a personajes tan distintos como Jesucristo, Buda, San Francisco, Shakespeare, Miguel Angel, Rembrandt, Ghandi, todos los grandes artistas de la historia…, como si la admiración por todos ellos fuera la misma clase de admiración.


6 febrero, 2013
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