MAYHEW, James

MAYHEW, JamesAutores
 

Ilustrador inglés. 1963-. Nació en Stamford, Lincolnshire. Terminó en 1987 los estudios de Ilustración. Profesor. Ilustrador de libros y de programas operísticos. Su primer álbum ilustrado propio fue El museo de Carlota.


El museo de Carlota
Barcelona: Serres, 1996; 32 pp.; trad. de Encarna Sevilla; ISBN: 84-88061-57-9. [Vista de la edición española ]

Carlota visita con su abuela la National Gallery, Londres. Como su abuela se queda sentada en un banco cercano a la entrada, Carlota recorre varias salas del museo y comprueba con asombro que ¡puede penetrar en los cuadros! No se lo piensa y va entrando en cuadros de Constable, Ingres, Renoir, Rousseau, Malevitch… charlando con los personajes allí retratados, averiguando qué hacen…


Carlota y Monna Lisa
Barcelona: Serres, 1998; 32 pp.; trad. de Xavier Borrás Calvo; ISBN: 84-95040-00-X. [Vista de la edición española y de la edición inglesa en amazon.es]

Carlota está intrigada por la sonrisa de la Monna Lisa. Y ella se acaba convirtiendo en su acompañante para entrar esta vez en distintos cuadros renacentistas: San Jorge y el dragón, de Rafael, La primavera, de Botticelli, El león de San Marcos, de Carpaccio, Ángel con laúd, de un discípulo de Leonardo da Vinci.


Carlota y las semillas de girasol
Barcelona: Serres, 2000; 30 pp.; trad. de Miguel Ángel Mendo; ISBN: 84-95040-82-4. [Vista de la edición española y de la edición inglesa en amazon.es]

Un día de lluvia, Carlota y su abuela dejan el jardín y van al museo donde están los postimpresionistas. Después de ver Los girasoles, de Van Gogh, traba conversación con Mimí, una chica pintada por Gauguin en Muchachas bretonas, con la que visita Exterior de café nocturno, de Van Gogh, Bodegón con manzanas y naranjas, de Cézanne, y Escena campestre en Tahití, de Gauguin.



Ilustraciones detallistas sin líneas perfiladas, que reproducen también los cuadros en los que Carlota se mete. Dentro de los álbumes que intentan facilitar el acercamiento a grandes obras pictóricas, los protagonizados por Carlota, además de sus cualidades gráficas, tienen la gran virtud de que son sencillos: se centran en muy pocos cuadros, no dan muchas explicaciones en el texto y atrapan el interés con las mini-aventuras que Carlota vive con los distintos personajes. En definitiva, cumplen exactamente su función de anunciar y sugerir el vértigo que puede causar una obra de arte, y, a la vez, pican la curiosidad de acudir a un museo pues avivan el interés por las vidas que se ocultan en lo pintado en otras épocas. Brevísimos apéndices dan algunos datos sobre los cuadros que Carlota ve, y ofrece consejos útiles para saber ver pintura con ojos despiertos.

Hay otros álbumes posteriores que usan la misma fórmula. En relación a ellos se puede apuntar cómo Carlota y los dinosaurios, una visita esta vez al museo de Historia natural, resulta inferior a los títulos indicados quizá porque un álbum ilustrado concebido pictóricamente no es el mejor cauce para determinados conocimientos.


23 abril, 2012
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