SIEBE, Josephine

SIEBE, JosephineAutores
 

Escritora alemana. 1870-1941. Nació y falleció en Leipzig. Estudió pintura y dibujo. Escribió en revistas de mujeres y publicó cuentos antes del que sería su gran éxito: Las aventuras de Kásperle.


KÁSPERLE
Siete libros ilustrados por Hermine Schäfer y traducidos por María Luisa Gefaell:
—Viajes de Kásperle (Kasperle auf Reisen, 1921). Barcelona: Noguer, 1993, 5ª ed.; 180 pp.; ISBN: 84-279-3402-5. Nueva edición en 2013; 256 pp.; col. Noguer infantil; ISBN: 978-84279008062. [Vista de esta edición en amazon.es]. En Gutenberg hay edición en alemán con ilustraciones de Karl Purrmann.
—Kásperle en el castillo de Altocielo (Kasperle auf Berg Himmelhoch, 1923). Barcelona: Noguer, 1989, 6ª ed.; 162 pp.; col. Mundo Mágico; ISBN: 84-279-3403-3. En Gutenberg hay edición en alemán.
—Kásperle en la ciudad (Kasperles Abenteuer in der Stadt, 1922). Barcelona: Noguer, 1996, 6ª ed.; 163 pp.; col. Mundo Mágico; ISBN: 84-279-3404-1.
—Kásperle en Suiza (Kasperles Schweizerreise, 1925). Barcelona: Noguer, 1989, 6ª ed.; 149 pp.; col. Mundo mágico; ISBN: 84-279-3406-8.
—Kásperle en Kasperlandia (Kasperle im Kasperland, 1926). Barcelona: Noguer, 1989, 6ª; 143 pp.; col. Mundo mágico; ISBN: 84-279-3407-6.
—Kásperle ha vuelto (Kasperle ist wieder da, 1928). Barcelona: Noguer, 1989, 6ª ed.; 166 pp.; col. Mundo Mágico; ISBN: 84-279-3401-7.
—Funciones y juegos de Kásperle (Kasperles Spiele und Streiche, 1930). Barcelona: Noguer, 1984, 5ª ed.; 146 pp.; col. Mundo mágico; ISBN: 84-279-3408-4.

En el primer libro se presentan los personajes. Fridolín, un fabricante de muñecos de guiñol, también llamados kásperles, sabe que uno de sus antepasados tuvo uno que estaba vivo. Un día reaparece dentro de un viejo armario. Pero Kásperle no hace caso de los consejos prudentes que le dan, se deja llevar por sus ansias de libertad y de juego, y va de huida en huida. Trabaja como chico para cuidar gansos. Monta un espectáculo en una boda, del que le salva la condesita Rosamaría. En el pueblo de El Descanso acude a la escuela y enseña payasadas a los niños. Como el Duque ofrece una recompensa por él, la hermana del maestro, la señora Mumelina, le denuncia. Huye de nuevo al bosque, donde se hace amigo del pastor Micael. Se oculta en un castillo del Duque. Se marcha luego a Torburgo, donde se hace ayudante del jardinero Penacho. Vuelve a salvarse de los que le persiguen gracias al músico Severín. Éste le vuelve a llevar de nuevo a la casita del bosque donde vive Fridolín.

Los demás libros, menos el último, tienen igual estructura: un resumen al principio de lo sucedido antes; distintos episodios concatenados pero, en realidad, independientes; aunque Kásperle sigue como siempre, a su alrededor, los antiguos amigos van creciendo. El nudo argumental básico de cada uno es: Kásperle pasa una temporada en el castillo de Altocielo porque el Duque quiere que le divierta, y allí tendrá sus más y sus menos con la princesa Gundolfina; Kásperle es ya una celebridad local en la ciudad de Torburgo, ciudad que sufre un enorme incendio; Torburgo puede ser reconstruida gracias al dinero que paga por Kásperle míster Stopps, un millonario inglés que lo lleva con él a Suiza; enfadado con Míster Stopps porque no le da vacaciones, Kásperle se va, embarca, naufraga, y termina en la isla de Kasperlandia, de la que termina escapándose pues está acostumbrado a las personas y no a los kásperles; historia que comienza «cuando terminó la guerra», en la que los protagonistas humanos son nietos y descendientes de los del principio, y en la que, como aparece otro kásperle de nombre Bimlín, al primero se le llama también, a veces, Pepillo. Y el último libro tiene dos partes: las Funciones de Kásperle, que son varias representaciones de guiñol, y los Juegos y travesuras de Kásperle, que son varias escenas sueltas de sus andanzas.



Kásperle es como un nuevo Pinocho: un muñeco que cobra vida y huye, con un comportamiento inconstante y una enorme capacidad de hacer reír y de ganar el afecto de todos. El acierto de la autora está en haber hecho convivir con gente normal a un personaje con los rasgos inconfundibles de un muñeco de guiñol: divertido y exasperante, aparatoso cuando ríe y cuando llora, con sentimientos instantáneos que le hacen capaz de pasar de los lloros más amargos a la risa más estentórea. Un ser que, con su comportamiento juguetón y rebelde también ridiculiza egoísmos y actuaciones poco nobles. Y que nos recuerda el poder mágico que tienen las historias entre los niños: Kásperle disfruta contando sus aventuras, «pero siempre empezaba por cualquier cosa, y nadie le comprendía bien; menos mal que los niños de Torburgo sabían ya la historia de Kásperle, y fueron explicando lo que él se saltaba; Kásperle, al contar todas sus aventuras, hacía muecas muy graciosas y sacaba la voz de los personajes, de los que hablaba y les imitaba muy bien…».

Niños boquiabiertos

En Kásperle ha vuelto se cuenta el efecto hipnótico de una función de guiñol entre los niños, algo que no ha cambiado con el paso de los años: «Era algo muy curioso. Aquellos niños de ciudad, tan mimados y acostumbrados a ver las cosas más maravillosas se quedaban boquiabiertos viendo trabajar a Kásperle. Cuando Kásperle hacía sus muecas, muchos niños le imitaban, y cuando Kásperle se reía, los niños se reían con él. Lo malo era cuando Kásperle se ponía triste. Su tristeza se contagiaba todavía más que sus risotadas o sus muecas, y a los niños se les saltaban las lágrimas y tenían que sacar sus pañuelitos. Y como Kásperle nunca tenía pañuelo, los niños se ponían muy orgullosos cuando le decía a alguno:

—Dame tu pañuelo.

Entonces todos le querían dar su pañuelo, y Kásperle lloraba como un becerro y luego les contaba cosas de la isla de Kasperlandia».


4 enero, 2012
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