Madrid: Siruela, 1996; 138 pp.; col. Las Tres Edades; ilust. del autor; trad. de César Palma; ISBN: 84-7844-280-4.
Varios relatos disparatados, verdaderamente ingeniosos, donde abundan los sucesos cómicos encadenados según una lógica que cabría calificar de surrealista: los hermanos Marx podrían muy bien haberse inspirado en el humor de Sto. Por ejemplo, así empieza El rey que tenía una pierna de más: «Que el rey de Peronospolis tuviese un hijo único llamado Tríptico no es un hecho de por sí tan excepcional para que mereciese ser transmitido a la posteridad, si no fuese porque el hijo único del rey de Peronospolis tenía tres piernas». Años más tarde, cuando en una ocasión el mayordomo le llevó un anuncio molesto, «el principito, que esperaba ansioso, no pudo contener su cólera; y así, levantando las piernas laterales y manteniéndose en pie con la de en medio, le propinó al pobre hombre dos espectaculares puntapiés simultáneos, un gusto que ningún otro mortal se podía permitir. Tan sólo entonces supo apreciar la utilidad de aquella pierna que quería suprimir».