KINGSLEY, Charles

KINGSLEY, CharlesAutores
 

Escritor inglés. 1819-1875. Nació en Devonshire. Era hijo de un párroco. Tartamudo desde pequeño. Estudió en Cambridge. Fue nombrado párroco de Eversley. Profesor de Historia Moderna en Cambridge desde 1860. Tutor del futuro rey Eduardo VII. Acusó a John Henry Newman de falta de sinceridad y honradez en su conversión, lo que dio lugar a una polémica pública que terminó con la redacción, por parte de Newman, de su obra autobiográfica Apologia Pro Vita Sua. Murió en Eversley.


Cuentos de hadas griegos: los héroes
Palma de Mallorca: José J. de Olañeta, 1998, 2ª ed.; 182 pp.; col. Érase una vez..., Biblioteca de cuentos maravillosos; ilust. de H. M. Brock; trad. de Jordi Quingles; ISBN: 84-7651-406-9.
Hay una edición en inglés en el Proyecto Gutenberg.

Historias de Perseo, los Argonautas y de Teseo. En el prólogo, el autor explica que ha titulado Los héroes a su libro «porque éste era el nombre que los helenos daban a los hombres valientes y diestros, y que se atrevían a más que el resto de los hombres», hombres que «después de muertos, eran honrados, por cuanto habían dejado a su país en mejor estado que aquél en que lo habían encontrado». Perseo, «valiente y veraz, amable y cortés», será enviado por Palas Atenea contra la Medusa; Jasón irá con los Argonautas en busca del vellocino de oro; Teseo luchará contra el Minotauro y logrará salir del laberinto gracias al hilo de Ariadna.



Kingsley fue autor de muchas obras de distinta clase: novelas históricas, relatos de historia natural, obras de fantasía. Todas ellas fueron populares en su tiempo, y la más característica fue Los niños del agua (The Water Babies, 1863; Barcelona: Obelisco, 2002; 202 pp.; col. Magoria; trad. de Bernat Pujadas i Uriach; ISBN 10: 84-7720-892-1), el primer relato largo de fantasía en inglés pues fue publicada en 1863, dos años antes que Alicia. Es una historia triste sobre un desgraciado chico deshollinador que huye de su cruel amo, que si no ha sobrevivido a pesar de su riqueza imaginativa es por su sentido didáctico muy explícito y por su falta de humor.

Estos rasgos son también acusados en estos relatos pero, dadas sus características, y como están bien contados, tienen un carácter más permanente. A ninguno nos incomoda que se nos diga que, como los argonautas de antaño, «cada uno de nosotros tiene un vellocino de oro por buscar, y un mar proceloso que surcar antes de conseguirlo, y dragones contra los que luchar antes de poseerlo». Ese modo de redactar tiene también su explicación en que Kingsley escribió Los héroes para su hijo, enfadado al leer las versiones embellecidas que HAWTHORNE hizo de los mitos griegos en su Libro de las maravillas y Cuentos de Tanglewood. No es que las suyas sean unas versiones duras, pero sí son fieles a los relatos originales y, cuando no lo cuenta todo, anuncia lo que falta y remite a los «viejos cantos, que algún día leeréis vosotros mismos». Así, cuando menciona la venganza de Medea contra Jasón, «demasiado terrible para referirla aquí», añade que «ha quedado para siempre como advertencia para nosotros de que no hemos de buscar la ayuda de personas malas, ni obtener cosas buenas con malos procedimientos. Pues si usamos una víbora aunque sea contra nuestros enemigos, se volverá contra nosotros y nos matará».

Otro libro: ¡Rumbo a Poniente!


20 enero, 2009
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