HAUTZIG, Esther

HAUTZIG, EstherAutores
 

Escritora polaca nacionalizada norteamericana. 1930-. Nació en Vilna, entonces Polonia y hoy Lituania, en una familia judía. Junto con su familia fue deportada en 1941 a Siberia y repatriada cuando terminó la guerra mundial. En 1947 emigró a los EE.UU. Autora de varios libros, algunos muy premiados. Vive en Nueva York.


La estepa infinita
Barcelona: Salamandra, 2008; 256 pp.; trad. de Santiago del Rey; ISBN: 978-84-9838-177-1. Nueva edición en 2020; ISBN: ‎ 978-8498384314. [Vista del libro en amazon.es]

Muchos años después, la escritora recuerda su estancia de cinco años en Siberia. La irrupción de los soldados en su vivienda, el espantoso viaje con sus padres y su abuela, los trabajos que todos tuvieron que desempeñar, las viviendas que ocuparon, las escuelas a las que asistió, etc. Al fondo de todo está siempre una naturaleza que, si al principio es hostil, al final es la suya: al regresar a Polonia en marzo de 1946 escribirá: «le dije adiós a la estepa: al viento, a la nieve, al calor, a la monotonía. También a sus espacios, que primero me habían llenado de terror y luego me habían calmado y serenado. Le dije adiós a la belleza incomparable de la estepa».



Así como hay muchos relatos sobre niños víctimas de la barbarie nazi, conocemos muchos menos de quienes sufrieron las consecuencias del totalitarismo comunistas y soviético. Pero no sólo en este sentido vale la pena conocer La estepa infinita: un relato bien escrito, con viveza y buen humor, con acentos positivos que renacen una y otra vez en medio de la dureza de las situaciones que han de vivir tanto Esther y su familia como mucha otra gente.

Se ve que la narradora debe su talante a su padre, a su madre y a su abuela, personajes que perfila bien. También son certeros los comentarios escuetos que deja caer a propósito de las demás personas con quienes se relacionan, compañeros de vivienda o de infortunio, compañeras de clase o profesores, normalmente presentados con su mejor cara: hablando de una compañera de cautiverio, una chica guapa y siempre pendiente de su arreglo personal en unas condiciones penosas, dice que «logró transformar la vanidad en una muestra de coraje».

Contribuye al atractivo de la historia que las descripciones ambientales son sobrias pero magníficas: «En las estepas de Siberia, el otoño no llega con un gran despliegue de hojas rojizas, sino con el aullido de un viento furioso. Surgió de repente una noche, a principios de septiembre, y casi me enloqueció de miedo».


10 diciembre, 2008
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