PÉREZ MARTÍNEZ, Ángel

PÉREZ MARTÍNEZ, ÁngelAutores
 

Escritor hispanoperuano. 1971-. Nació en Madrid. Se trasladó a Perú con pocos años. Licenciado en Filosofía. Doctor en Literatura. Profesor universitario. Memorias secretas de un librero fue su primer libro infantil.


Memorias secretas de un librero
Madrid: Palabra, 2003; 124 pp.; col. La mochila de Astor; ilustr. de Carlos Velázquez; ISBN: 84-8239-734-6.

El narrador es un librero octogenario llamado Felipe que va recordando episodios de su vida o transmitiendo historias que conoce: una familia que se vuelve loca con los libros de caballerías; un niño asustadizo al que se le pasan sus miedos; otro chico que sufre un ILGLA, un Impacto de la Ley de Gravedad de Lectura Apasionada; la historia de un librero que no quería sólo ganar dinero; cómo se organizan unos campeonatos de lectura…


Perengrín XXVI
Lima: Norma, 2007; 139 pp.; ilust. de Christian Ayuni; ISBN: 978-9972-244-99-5.

Perengrín es un explorador del planeta Darebo al que se le ha encomendado una misión de capital importancia para la supervivencia de su pueblo: encontrar un mamut hembra y llevárselo con él a su planeta. El sorprendido Rubén, un chico sordo de diez años con el que Perengrín puede hablar mentalmente, resulta ser el elegido como ayudante, a pesar de su incredulidad.



Memorias secretas de un librero es una sucesión de relatos a los que da unidad el narrador. Están bien escritos y contienen abundantes referencias literarias, muchas explícitas. Aunque sea más bien un libro para quienes ya disfrutan con los libros, también puede atraer a quienes los ven más lejanos, pues tiene acertados golpes de humor e ingenio, y personajes simpáticos como el loro gris Diógenes o la tortuga Rodriguina. Son muchas las consideraciones interesantes en relación a la lectura, en tono festivo siempre, y algunas expresiones locales del autor añaden precisión y sabor propio al texto: asuntos riesgosos, maratón lecturoso, sabios que disquisicionan…

Perengrín XXVI es un relato bien hilado, simpático y positivo. El argumento disparatado se desenvuelve y se resuelve con gracia. Una parte de la chispa de los diálogos está en que Perengrín es un tipo sentencioso que suelta frases latinas cada poco. Otra está en el desarrollo de la idea de los «pensamientos sembradores», esos que no se formulan pero influyen: Perengrín los detecta en Rubén y le advierte una y otra vez de la importancia de no quedarse atrapado por ellos. También están bien traídas algunas observaciones: Perengrín, que no aprecia los olores pues, dice, los darebianos no somos «un pueblo husmeante», hace notar a Rubén la importancia de no escuchar tanto fuera y de saber escuchar más por dentro.


20 noviembre, 2007
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