Usar los relatos como instrumentos para reforzar los mensajes educativos que se desean transmitir tiene una lógica desde un punto de vista educativo, pues los padres siempre han explicado y seguirán explicando cosas a sus hijos contándoles historias, pero puede desnaturalizar la literatura infantil cuando se pierde de vista que su gran capacidad de formación humana y su valor terapéutico es un resultado pero no una finalidad. Esta es una de las ideas que tenía en la cabeza cuando escribí El fin de los cuentos, un artículo preparado a partir de la lectura de La bruja debe morir, un libro de Sheldon Cashdan.
10 julio, 2007