El doctor Thorne, de Anthony Trollope, es la tercera novela de las Crónicas de Barsetshire. En su argumento tiene pocos puntos de coincidencia con las previas: algunos personajes de novelas anteriores, citados de pasada, están como al fondo del escenario. Igual que decía de Las torres de Barchester, también esta es considerada la mejor del autor por una parte de sus seguidores y críticos.
Los héroes de la historia, personajes sólidos, son el doctor Thorne, un médico rural en quien confían todos, y su sobrina Mary, a quien adoptó siendo recién nacida. El núcleo del conflicto es que Frank Gresham, el heredero del señorío de Greshamsbury, y Mary, que creció siendo compañera de juegos de la hermana de Frank, se enamoran. Pero la familia de Frank, muy apurada económicamente, necesita que se case con una mujer rica y noble, y, especialmente su madre, lady Arabella, está dispuesta a todo para conseguir sus objetivos. A todo esto, el doctor Thorne es como un administrador-consejero de las finanzas de los Gresham, y también acaba siéndolo de las de Roger Scatcherd, un constructor vecino que hizo fortuna, que fue nombrado barón, y que aspira a ser elegido diputado, pero cuya vida está siendo destrozada por la bebida. Además, sin él saberlo, es también tío de Mary.
Los rasgos narrativos y constructivos son los mismos de otras novelas de la serie. Además, la pequeña introducción que viene con la edición que cito subraya con acierto el gran talento de Trollope para «dibujar personajes convincentes cuya autenticidad se mantiene sin altibajos a través de sucesivas novelas», lo bien que retrata tanto la evolución de sus personajes como sus fisonomías morales, cosa que consigue «por lo que hacen y dicen, por lo que dicen que hacen y dicen, y mediante comentarios humorísticos e irónicos del narrador». También indica, y la misma narración lo deja claro, que tanto el doctor Thorne como su sobrina son el tipo de personas íntegras que más valora el autor.
Luego, una novela como esta explica por qué Chesterton dijo, a propósito de Trollope, que «lo que los historiadores serios han disfrazado el novelista frívolo lo ha detectado», que las historias de los primeros son ficción pero las ficciones del segundo son historia. Cuando la moda en la época victoriana era decir que lo más importante de Inglaterra era su clase media y no su aristocracia, las novelas de Trollope pusieron de manifiesto, y dejaron constancia para la historia, de cómo una clase gobernante gobierna más completamente cuanto más afirma que no gobierna en absoluto y de cómo el sistema político no tenía nada de democrático y sí mucho de gran farsa.
Así, se ve que hay quienes actúan como emperadores o como dioses en el Olimpo, como el duque de Omnium, el aristócrata más rico de Inglaterra: «la Reina podia seguir siendo la reina en la medida en que él era el Duque de Omnium». También se subraya mucho la conciencia de sí misma que tenían los, y más todavía las, aristócratas: una escribe a otra diciéndole que no debe casarse con alguien inferior a ella pues «si nos comportáramos así, ¿a dónde iríamos a parar? El designio de Dios nos ha hecho nacer con sangre noble en nuestras venas…». Luego, la novela describe con una fina ironía la política propia de las elecciones locales: «está mal, por supuesto, que alguien rico compre votos, como está mal que alguien pobre los venda. Rechacemos tales métodos con sincero disgusto», apunta el narrador.
Anthony Trollope. El doctor Thorne (Doctor Thorne, 1858). Madrid: Rialp, 2003; 515 pp.; col. Narraciones y novelas; trad. de María Cristina Graell; ISBN: 84-321-3454-6. Nueva edición en 2022; ISBN: 978-8432160790. [Vista del libro en amazon.es]