The Spice of Life and Other Essays (1964)

Chesterton (libros con artículos, publicados tras su muerte)Chesterton (recopilaciones de artículos)
 
The Spice of Life and Other Essays (1964)

The Spice of Life and Other Essays fue la última recopilación de artículos de Chesterton que preparó su secretaria Dorothy Collins. Al igual que The Apostle and the Wild Ducks está dividida en cinco partes, precedidas de un breve texto tomado de un prólogo a libros de ensayos: en él dice que si Santo Tomás de Aquino afirmaba que ni la vida activa ni la contemplativa podían ser vividas sin bromas y juegos, a la épica y al drama se les puede llamar la vida activa, al soneto y a la oda la vida contemplativa, y el ensayo equipararlo con las bromas. «Essays on Literature in General» contiene cinco artículos; «On Particular Books and Writers» nueve; «Thought and Belief» cinco; «At Home and Abroad», de nuevo sobre viajes, siete; «The Spice of Life» cinco que cuentan anécdotas personales. Los textos son de distinta longitud y, algunos, están publicados en otros sitios: en Maestro de Ceremonias está la introducción a las fábulas de Esopo; en Correr tras el propio sombrero están «Cómo escribir una novela de detectives», y el sensacional «Humor», que fue una voz de la Enciclopedia Británica que Chesterton escribió en 1928.

En «Sentimental Literature» explica que una verdadera crítica literaria nunca usaría la palabra sentimental como un adjetivo descalificador pues «si la literatura sentimental ha de ser condenada debe serlo no por ser sentimental sino por no ser literatura». En «Humour» distingue los tipos de humor, señala que lo esencial en el humor es «la virtud de la proporción» y que, «del mismo modo que es la mayor incongruencia ser serio acerca del humor, así es la peor especie de pomposidad el estar monótonamente orgulloso del humor, que en sí mismo es el principal antídoto del orgullo». En «Fiction as Food» desarrolla qué quiso decir en «En defensa de la novela de quiosco» (en The Defendant, y en Correr tras el propio sombrero) cuando afirmó que «la Literatura es un lujo, la ficción es una necesidad».

En «The Macbeths», después de decir cómo las grandes obras enseñan cosas distintas a cada lector y a cada época, y de observar algunas de las que podemos aprender en Macbeth, se fija en que, al igual que Romeo y Julieta describe el amor, Macbeth describe cómo en el matrimonio se ponen de manifiesto la fortaleza y las debilidades particulares del hombre y la mujer. En «The Tragedy of King Lear», después de lamentarse del abominable hábito de citar a Shakespeare sin haberlo leído, hasta el punto de que hubo quien se quejó de que Hamlet estuviera tan llena de citas, se centra en que la institución del Rey, tal como la veían en aquella época, es una abstracción que hoy no comprendemos bien. El comentario a «The Everlasting Nights» habla de las historias cuya longitud es una cualidad, de la genialidad del marco que las contiene y de la figura de un narrador de una fecundidad interminable, que nos hablan de la vinculación entre nuestro deseo de una historia y una vida interminables.

«Anti-Religious Thought in the Eighteenth Century», un análisis del siglo XVIII para una enciclopedia sobre la historia de nuestra civilización, afirma que uno de los aspectos de la superioridad de aquella época sobre la nuestra era su enorme paciencia para seguir razonamientos largos. En «The Religious Aspect of Westminster Abbey» señala la incapacidad de muchos para ver la Edad Media como fue, porque no tienen la llave: «el cristianismo era para aquellos hombres lo que el patriotismo para los ingleses modernos, el único lazo sagrado que incluso a los hombres más malvados no les gustaría ser acusados de traicionar». «The Religious Aim of Education» explica, con brillantez, el estrechamiento que supone para la mente mantener la religión fuera de la educación, pues «lo primero y más obvio en lo que una persona está interesado es en qué clase de mundo está viviendo y por qué está viviendo en él».

De la cuarta parte resulta clarificador «On Holidays», donde se afirma que el ocio es un alimento que depende más de la calidad que de la cantidad y que por eso las tareas para vacaciones son un error, que la noción actual de combinar diversión con instrucción muchas veces se parece a intentar combinar el sueño y el insomnio (y apunta que las grandes autoridades espirituales nos propusieron vigilar y rezar pero a ninguna se le ocurrió proponer vigilar y dormir). En «The Lost Railway Station» cuenta un sueño que le sobrevino esperando un tren en una estación escocesa, sobre un mundo en el que había habido trenes pero ya no los hay aunque se conservan las tradiciones y el lenguaje propio de los ferrocarriles, y lo aplica a que mucha gente hoy ha perdido su memoria social y por tanto piensa que las instituciones no tienen significado, algo que se arreglaría sólo con que los trenes volvieran a circular. Un artículo a raíz de haber visto una escena de afecto entre un padre y su hijo en Tarragona, es «Scipio and the Children»: primero señala que «las cosas que un viajero reconoce nunca son las cosas de las que un periodista informa», luego habla de que «el amor entre padres e hijos en este país es uno de los grandes poemas de la cristiandad» y como «un puñetazo en el ojo» a Freud, y por último se alegra de que los romanos hubieran derrotado a los cartagineses siglos atrás y se terminaran así los sacrificios humanos de niños.

La quinta parte contiene varias anécdotas personales de las que saca luego conclusiones amplias. Así, «The Comic Constable», cuando le nombraron un cargo parroquial y eso lo ve como un viejo recuerdo de una cierta noción de autogobierno. En «The Spice of Life» —un artículo que se podría poner en paralelo con «What is Right with the World?» en The Apostle and the Wild Ducks—, elogia La Tierra Baldía, de Eliot, pero también señala que la realidad más profunda de la humanidad no son «los hombres vacíos» de los que habla Eliot. «On Fragments» explica que cuando decimos que miramos un poste inteligentemente queremos decir que vemos lo que nosotros comprendemos por un poste; pero cuando lo miramos estúpidamente vemos lo que de verdad significa; y concluye que algunas cosas es mejor mirarlas en ese trance de divina imbecilidad pues, si no, acabamos rompiendo la realidad en trozos y deshaciendo viejos matrimonios entre sonido y sentido, entre música y literatura, entre arte y ética.

G. K. Chesterton. The Spice of Life and Other Essays, 1964. Edición en castellano, titulada La sal de la vida y otros ensayos, en Sevilla: Espuela de plata, 2017; 216 pp.; col. Clásicos y modernos; trad. de Aurora Rice; ISBN: 978-8417146023. [Vista del libro en amazon.es]

 

16 enero, 2010
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