Quien más, quien menos, en la propia carne o en la de otros, ha comprobado que, con frecuencia, los medios de comunicación son un espejo deformante del mundo en el que vivimos: obligan a observar sólo algunas cosas, las presentan de una determinada manera, las enseñan a través de un marco concreto. Del mismo modo actúan muchas ficciones infantiles y juveniles de ahora, que abordan sólo algunas cuestiones y que lo hacen de modo frívolo e inconsistente. Por eso, incluso aunque estén bien escritas, están lejos de ser buena literatura.
11 agosto, 2006