Existe una clase de literatura o, mejor, una clase de libros que podríamos llamar nutritivos. Y, como con los alimentos, no sólo nos nutre lo que nos gusta, sino que, más aún, lo que nos gusta mucho puede no ser lo que más nos alimenta e incluso puede ser lo que más daño nos hace. Esto también se aplica en el caso de los libros para niños: no es necesario que todos sean geniales, pero sí es importante que todos sean sanos.
21 marzo, 2006