Daños sociales de algunas mentiras

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En novelas que hablan de una conspiración mundial en marcha, como por ejemplo las que componen El Círculo del crepúsculo, de Ralph Isau, por decir las últimas de esa clase que recuerdo, se hacen afirmaciones sobre personajes históricos, o se les atribuyen declaraciones e intenciones que quien ha leído algo de historia sabe que no son ciertas. Por supuesto, cualquier lector de ficción no debería ignorar que si algún hecho histórico se mete dentro de la ficción, esa historia debe considerarse ficción, y más aún si como, en esos casos, en los relatos hay una clara componente no-realista. Pero un inevitable resultado de lo anterior es que algunas personas acaban teniendo una percepción equivocada de lo que sucedió. Aunque la situación parece diferente hoy, debido a que las ficciones estúpidas y mentirosas son demasiadas, merece la pena recordar lo que decía Hannah Arendt en Los orígenes del totalitarismo: que debido a ficciones e informaciones falsas que se propagaron durante décadas, la opinión pública centroeuropea llegó a tener una percepción equivocada sobre los judíos que favoreció el crecimiento del antisemitismo y la posterior llegada del nazismo. Las mentiras, también las frívolas, no son inocentes.

17 julio, 2005
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