La formación de una marquesa

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La formación de una marquesa

Un buen amigo me recomendó, tiempo atrás, La formación de una marquesa, de Frances Hodgson Burnett, y lamento no haberle hecho caso antes pues ha sido una lectura de lo más satisfactoria: de las que te hacen sonreír y de las que deseas continuar. Sus personajes principales son un gran acierto, el narrador no tiene nada que envidiar a los de las mejores autoras victorianas, y la trama engancha por más que podamos suponer cuál será el desenlace, dado el género, la escritora y la época.

La heroína es Emily Fox-Seton, una mujer de treinta y cuatro años de muy buen talante y muy práctica que se gana la vida haciendo servicios a mujeres de la alta sociedad. En especial, es apreciada por la cínica pero amable lady Maria, que propicia su encuentro con el soltero, y algo mayor ya, marqués de Walderhurst. Este, después de observar bien a Emily, le propone matrimonio de la siguiente manera: «usted me gusta más que cualquier mujer que haya conocido. Normalmente, las mujeres no me gustan. Soy un hombre egoísta y deseo una mujer que no lo sea. La mayoría de las mujeres son tan egoístas como yo. (…) Es usted necesaria para todos, y es tan modesta que ni se da cuenta». Pero, una vez casados, el marqués tendrá que viajar y unos parientes venidos de la India que contaban con heredarle, intrigarán y pondrán en peligro la felicidad de Emily.

Puede dar idea del tono de la narradora este párrafo que trata de los inconvenientes posibles del matrimonio para el marqués: «Quizá un hombre piense que le gustaría contraer matrimonio y más tarde darse cuenta de que existen objeciones, de que, en última instancia, la propia mujer elegida, pese a todas sus deseables cualidades, también puede ser una objeción, de que cualquier mujer puede ser una objeción, de que, en definitiva, requiere un esfuerzo conciliarse con la idea de que va a tener una mujer a su alrededor continuamente. Por supuesto, llegar a semejante conclusión —después de haberse comprometido— debe de ser incómodo». Pero, mejor todavía, donde la narradora da en el clavo de lleno, es al presentar a lady Maria, todo un personaje que, por ejemplo, afirma: «el último atractivo que la naturaleza concede a una mujer: el poder de ofrecer una cena decente»; o que, al final, se retrata del siguiente modo: «en estos tiempos que corren no hay moralidad ni inmoralidad, pero los pobres tienen que ser personas decentes. Es cuestión de gusto y modales. Personalmente, querida, soy amoral, pero mis modales son excelentes».

Frances Hodgson Burnett. La formación de una marquesa (The Making of a Marchioness, 1901). Barcelona: Alba, 2012; 320 pp.; col. Rara Avis; trad. de Amado Diéguez; ISBN: 978-8484286721. [Vista del libro en amazon.es]

 

30 octubre, 2014
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