Escritor y cineasta indio. 1921-1992. Nació y falleció en Calcuta. Estudió Bellas Artes. Fue un prestigioso director de cine que recibió un Oscar honorífico en 1992. Escribió novelas y relatos cortos. También fue calígrafo e ilustrador.
Las aventuras de FeludaMadrid: Siruela, 1993; 288 pp.; col. Las tres edades; ilust. de Pablo Echevarría; trad. de María Luisa Balseiro; ISBN: 8478441816. Nueva edición, titulada
El bucanero de Bombay, en Siruela, 2017; 290 pp.; ISBN: 978-8417041571. [
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Feluda, cuyo nombre es Prodosh Mitir, es un detective bengalí que protagonizó muchos relatos del autor. En este libro se contienen cuatro de sus muchas historias: La fortaleza de oro (Sonar Kella, 1971), El bucanero de Bombay (Bombaiyer Bombete, 1976), Misterio en Villa Golok (Golokdham Rahasya, 1980), Un suceso en el cementerio (Gorosthaney Sabdhan, 1977). El primero es sobre un embaucador que se ha llevado un niño con él. En el segundo, Feluda va con un amigo escritor al rodaje de una película basada en una novela suya y altera los planes de una banda de contrabandistas. El tercero trata del robo de unos importantes papeles de un viejo científico ciego. El cuarto es sobre unos objetos de valor ocultos en algunas tumbas. El narrador es Topshe, un primo joven de Feluda que viene a ser como Watson para Sherlock Holmes.
Las monedas de oro de YahangirBarcelona: Juventud, 1992; 156 pp.; traducción del francés de Maruchy Friart; ISBN: 84-261-2667-7.
Diez relatos cortos variados. Dos de ellos son de Feluda y sus amigos: El misterio de la desaparición de Ambar Sen (Ambar Sen Antordhan Rahasya, 1980), Las monedas de oro de Yahangir (Jahangirer Swarnamudra, 1983). En el primero desaparece un hombre y en el segundo una moneda muy valiosa. Los demás se titulan: Las luces de los proyectores —sobre un hombre que dice tener 126 años y está perfectamente de salud—, El desconfiado Shandonebabú —sobre un tipo que recibe un paquete y no lo abre porque piensa que es la cabeza de alguien que ha sido asesinado y decapitado—, Una jugarreta —sobre un mago famoso a quien un amigo le pidió prestado un libro pero no se lo devuelve—, El fruto Mackenzie —sobre un fruto con poderes curativos extraordinarios—, El profesor de matemáticas —sobre un niño cuyo profesor le prohíbe leer cuentos de hadas—, Compartimento de primera —sobre un personaje con gran entusiasmo por todo lo inglés que tiene un encuentro extraño en un tren—, Disfraces —sobre un hombre con afición a disfrazarse de modo que nadie le reconozca—, El estudio de Gogone Choudurie —el narrador no puede dormir por una luz de la casa de enfrente y decide ir a ver al vecino, y entonces encuentra algo inesperado—.
Fatik y el juglar de CalcutaMadrid: Espasa-Calpe, 1984; 121 pp.; col. Austral juvenil; ilust. de Fuencisla del Amo; trad .de Elena del Amo; ISBN: 84-239-2739-3.
Un chico de familia rica pierde la memoria después de un accidente: se despierta junto a un coche accidentado en cuyo interior hay dos personas muertas y, no sabe bien por qué, se aleja de allí. Cuando le preguntan su nombre da el de Fatik, que había leído en un rótulo. Acaba tropezándose con Harun, un juglar y malabarista, muy buena persona, que le consigue un trabajo en un restaurante y le enseña cosas de su trabajo. Entretanto, su padre, un poderoso abogado, denuncia la desaparición y la policía comienza la búsqueda. Además, otras dos personas que iban en el coche accidentado y han sobrevivido, acaban averiguando que Fatik no estaba muerto como pensaban y también le persiguen.
El autor es un buen constructor de argumentos con intriga y buen humor, un notable creador de personajes, y un gran narrador. Sus relatos reflejan muchos aspectos ambientales y costumbristas indios y eso los hace atractivos para unos pero lejanos para otros. En los del segundo libro que cito hay varios con toques de fantasía, y todos son bienhumorados y tienen un punto de intriga.
El personaje de Feluda lo creó en 1965 y apareció en una revista infantil fundada por su abuelo llamada Sandesh. En esta página de Wikipedia están las fechas de todos sus relatos. En La fortaleza de oro, cuando Feluda es poco más que un universitario y su primo tiene unos quince años, ambos conocen a Lalmohan (también llamado Laluda, o Jatayu), un escritor de novelas populares que les acompañará en los relatos sucesivos. En ellos se plantean casos intrigantes que se desarrollan con buenos diálogos. Son muchas las similitudes formales con los casos de Sherlock Holmes: como él, Feluda es fumador habitual y no duda en poner de manifiesto la incompetencia de su primo-ayudante —«con ese cerebro infantil subdesarrollado que tienes…», «se ve que no has aprendido a ejercitar tus células grises…»—, a quien no le importan nada las pullas y admira continuamente la sabiduría y las habilidades de todo tipo de su jefe. En cada una de sus aventuras Feluda muestra sus enormes conomientos de alguna cuestión: en la primera colección de relatos que cito se ve que sabe mucho de Geometría en el primer relato, de particularidades del cine indio en el segundo, del Ramayana y el Mahabaharata en el tercero, de la Calcuta antigua en el cuarto; en otro de los relatos del segundo libro lo sabe todo del hombre prehistórico…
Sin embargo, de los tres libros que menciono tal vez el mejor es el tercero: Fatik y el juglar de Calcuta, una muy buena historia, con ritmo, contada con amenidad, con personajes interesantes y ambientes callejeros bien descritos. Se cuenta todo en presente, un buen recurso para los capítulos o los tramos que siguen a Fatik, la mayoría, pues así se mete al lector en su desorientación y en su falta de recuerdos al principio, y luego es una buena forma de ir indicando al lector cuáles son las reacciones interiores tanto suyas como de otros personajes que van apareciendo. El padre de Fatik, un personaje autoritario y mezquino, añade sabor al relato: es como si el autor se recreara en poner al lector en la disyuntiva de desear lo mejor para el bondadoso Fatik y lo peor para su irritante padre.
26 octubre, 2017