MWANGI, Meja

MWANGI, MejaAutores
 

Escritor keniano. 1948-. Nació en Nanyuki. Estudió en la Universidad de Leeds. Trabajó en distintos oficios en televisión y en conocidas películas de cine. Publicó su primera novela en 1973. Autor de varias novelas y de algunos libros infantiles.


The Mzungu boy
Toronto: Groundwood Books, 2006; 152 pp.; ISBN: 978-0888996640.

Kenia, años 50, cuando los guerrilleros mau mau acosaban al gobierno y los nativos reclamaban fuertemente la independencia del poder británico. Nanyuki, un pequeño pueblo dominado por un brutal terrateniente blanco, Bwana Ruin. El narrador y protagonista es Kariuki, un chico de doce años. Su padre trabaja como cocinero de Bwana Ruin; su madre le controla mucho y le manda continuos encargos; y su profesor no se priva de castigarle, a él y a otros, con modos violentos. Un día Kariuki conoce a Nigel, un chico blanco, un mzungu, que resulta ser el nieto de Bwana Ruin. Van juntos al bosque a pescar y cazar, y Kariuki se asombra del atrevimiento inconsciente de Nigel, «que parecía no tener fin», al mismo tiempo que se da cuenta de su propia ignorancia: se admira de que los padres, hermanos y profesores de Nigel nunca le hayan pegado como a él; descubre que alguien de ojos claros como Nigel no podía ver en la oscuridad como los gatos ni en el interior de las personas… Un día, después de un registro de los soldados en su pueblo, Kariuki se va con Nigel a perseguir a un enorme jabalí, al que llamam Old Moses, pero Kariuki pierde a Nigel y ha de volver solo al pueblo.



El autor vivió su infancia en el ambiente y en la época que describe, lo que comunica verosimilitud tanto a sus descripciones ambientales como a la tensión que su protagonista percibe aunque no comprenda del todo. El relato es emocionante y se sigue con interés creciente pues resulta fácil identificarse con los problemas de Kariuki, una voz narrativa ingenua y amable que resulta convincente. La tensión política que actúa como telón de fondo de la novela cumple su función de catalizador de los acontecimientos: no hay ningún intento, por parte del autor, de insistir en la justicia o no de la lucha por la independencia. Se ve que su deseo es, simplemente, contar bien su relato que, por cierto, finaliza de forma conmovedora y realista.

Tiene gracia y es instructiva la relación entre Nigel y Kariuki. El comportamiento del chico urbano que, al entrar en el bosque, le habla de un tipo llamado Tarzán y a la vez desconoce la peligrosidad de los animales, le suena cómico al chico keniano; o le impacienta, como cuando deben volver a casa y Nigel se preocupa por los perros: «yo le dije que, en vez de por ellos, que se preocupara por nosotros mismos, que estábamos a varias millas de casa y estaba oscureciendo. Pero él venía de una tierra donde los perros importaban más que los hombres, parecía». También se aprecia que algunas actitudes de brusquedad o exigencia, o incluso de violencia, en la educación de Kariuki, no impiden que sus relaciones familiares sean afectuosas; y, por supuesto, queda claro que no lo dicen todo, ni mucho menos, sobre la bondad o maldad de los educadores: ¿es mejor un abuelo como el de Nigel, que a él nunca le pega, o un padre como el de Kariuki, que a la mínima le sacude…?


5 diciembre, 2013
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