BYARS, Betsy

BYARS, BetsyAutores
 

Escritora norteamericana. 1928-2020. Nació en Charlotte, Carolina del Norte. Empezó a escribir en los sesenta para niños cuando sus cuatro hijos eran pequeños. Entre los géneros que cultivó, sus libros más populares fueron los de vida diaria para preadolescentes. Falleció en Seneca, Carolina del Sur.


El verano de los cisnes
Barcelona: La Galera, 2004, 15ª impr.; 160 pp.; col. La Galera-grumetes; ilust. de Ted Coconis; trad. de María Juncal Acín; ISBN: 84-246-8609-8.

Familia formada por tía Willie y sus tres sobrinos: Wanda, 19 años, Sara, 14 años, y Charlie, de diez años, disminuido psíquico, siempre pendiente del reloj, «algo mágico cuyo ruido minúsculo y sus movimientos podían ahogar todo el vociferante mundo». Sara está insatisfecha, no se comprende a sí misma y no acepta el consejo de Wanda: «Deberías olvidarte de tus defectos». Durante las vacaciones de verano, Charlie se marcha de casa una noche y se pierde. Mientras lo busca, Sara conoce mejor a su enemigo del alma, Joe Melby, cae en la cuenta de algunos errores del pasado y madura un poco.


Las preguntas de Bingo Brown
Madrid: Espasa, 2003, 3ª ed.; 168 pp.; col. Espasa Juvenil; ilust. de Tino Gatagán; trad. de Miguel Ángel Mendizábal; ISBN: 84-670-0457-6.

A sus ocho o nueve años, Bingo escribe en su diario las preguntas que se le ocurren durante el día (de todo tipo: «¿Ha habido alguna vez un escritor de éxito que se llamara Bingo?», «¿Va a ser mi vida siempre tan tranquila?», «¿Es esto ser adulto?», etc.). La narración habla de sus relaciones con los compañeros y las compañeras de clase, y de su alocado profesor, Markham, que tiene un accidente.



Las novelas de Byars tratan de las dificultades de chicos y chicas jóvenes, con un realismo matizado y también disminuido por un sentido del humor chispeante que aflora en los diálogos, en las observaciones psicológicas, en los comentarios incidentales. Las dos seleccionadas aquí reflejan la necesidad de la unión familiar, de la generosidad y el olvido de uno mismo, de coger uno mismo las riendas de su vida.

El verano de los cisnes aúna varios temas habituales en relatos semejantes. Es, por una parte, una «novela de familia rota»: padre lejano, protagonista que no ve ninguna semejanza entre el padre sonriente de las fotografías y el que recuerda de sus primeros años, y el padre actual, que viene a verlas algunos fines de semana y casi no habla. La tía de Sara le reprocha que lo critique: «Cuando tengas que mantener a dos familias, entonces me dices lo que tienes que decir en contra de tu padre». Es, en segundo lugar, una «novela de adolescente en crecimiento»: chica permanentemente desconcertada al ver que «nunca podía estar segura de nada este verano. Un instante era feliz y al siguiente, sin ningún motivo, se sentía triste. Hacía una hora que le gustaban sus zapatillas; ahora las odiaba». Al final, la misma Sara reconoce su egoísmo: «He llorado tanto por mí, unas cien veces este verano —pensó—, por mis pies grandes, por mis piernas flacas, por mi nariz, incluso por mis estúpidas zapatillas, que ahora que estoy triste de verdad ya no me quedan lágrimas». Y es también una «novela de chico especial o discapacitado»: cuando Charlie se pierde, la tía de Sara se arrepiente y exclama: «¿Qué hay más importante en mi vida que cuidar a ese chico? Sólo una cosa más importante que Charlie, esa endemoniada televisión. […] Te diré lo que debería haber dicho a su madre hace seis años: “Claro que sí, me encantará cuidar a Charlie excepto cuando haya un buen programa en la televisión”. Se me debería caer la lengua por prometer que cuidaría de tu hermano y no haberlo hecho».

Bingo Brown es un relato escolar sencillo pero salpicado de agudos gags, sobre un chico que observa el comportamiento incomprensible de los adultos y el suyo propio. No dice nada especial, todo es previsible, pero tiene la cualidad de sacar diversión de acontecimientos normales y de provocar la risa en el lector, como cuando Bingo habla de una chica que «no está incluída en Quién es quién sin en Qué es eso», o cuando se ríe de sí mismo con los distintos rótulos en su camiseta del tipo «Cuidado: sé karate y algunas palabras orientales más».

Otro libro: Bolas locas.


13 abril, 2011
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